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El ejemplo de Brasil
Por ALFREDO LUJAMBIO RAFFOLS
[email protected]
Noviembre 25, 2011.
Lo que le voy a contar en seguida estimado lector es un caso de la vida real que demuestra que para ser un buen gobernante no se necesita ser de izquierda, ni de derecha ni de centro. Ni siquiera de gran preparación académica. Lo que se necesita es decencia, es vergüenza, es espíritu solidario hacia los demás y sentido claro de lo que es justo. Por ser de interés general, reproduzco aquí algunos párrafos de un correo que apenas recibí de un amigo, que describe como le hizo Luiz Inacio Lula Da Silva para disminuir drásticamente la pobreza en su país, Brasil, para convertirlo en pocos años, en la décima potencia económica del mundo, hasta el punto de que el Fondo Monetario Internacional le pidió prestados hace poco, 14,000 millones de dólares, para ayudar a los países europeos que se encuentran en serias dificultades y cercanos a la quiebra económica, como Grecia, Italia y España, entre otros.
Con gobernantes honestos y determinados, es posible reducir drásticamente la pobreza y mejorar la economía: En su reciente visita a Colombia, el ex presidente de Brasil, contó detalles de la política social que aplicó y que hoy es ejemplo en el mundo. Le recomendó a Colombia no dejar en manos de intermediarios, la administración de los recursos públicos. A Lula da Silva no se le olvida que lo primero que hizo el primer día de su gestión como presidente de Brasil, fue reunir a todos sus ministros, subirlos a un avión y llevarlos a los lugares más pobres del país, “para que el Presidente del Banco Central y su ministro de Hacienda vieran a ése país que no se queja, que no hace manifestaciones, pero que está ahí, que es real y verdadero. Eso quizás ha ayudado a cambiar las cosas”. Lula conocía muy bien esos lugares. Él salió de una de ésas zonas donde es común que los niños vayan a la cama sin comer o pasen un domingo sin almuerzo. “Conocí el pan por primera vez a los 7 años –recordó el ex mandatario-. Hasta ésa edad, el café que me tomaba por las mañanas era con harina de yuca”. “Sé lo que es la desesperación de una madre que está delante de un fogón sin gas y sin lo más elemental para hacer una comida para sus hijos”.
Durante su visita a Colombia, el ex presidente de Brasil compartió no solo su historia de vida sino los resultados de su política social que sacó a 28’000,000 de brasileños de la pobreza y que redujo drásticamente los niveles de desnutrición y desescolarización de los niños y jóvenes de su país. Brasil es una de las diez economías más importantes del mundo, pero para Lula esto de poco ayuda si no hay democracia ni políticas de distribución del crecimiento para evitar que el dinero siga en manos de pocos “y el pueblo siga pobre y desnutrido”.
“Cuando empecé mi gobierno, el 10% de la población más rica cogía la mitad del dinero del país y le dejaban a los más pobres apenas el 10%” recordó el ex mandatario quien logró cambiar éstas cifras, aumentando el salario mínimo en un 62% en cinco años, aun con voces en contra que le advertían que lo único que lograría era el crecimiento de la inflación.
“Y la inflación no aumentó” dice ahora con satisfacción. Esta sola decisión sacó a millones de brasileros de la pobreza. Es más, asegura que con la crisis del 2008, Brasil salió adelante gracias a ésta población. “El consumo creció siete veces, sobre todo en los sectores populares. Los pobres empezaron a ser tratados como ciudadanos”. Aplicó varias estrategias para lograr los resultados. Una, fue bancarizar la población pobre. En un año, 45 millones de brasileros tenían cuentas bancarias activas y esto ayudo a la segunda estrategia: no dejar a intermediarios la administración ni la entrega de éstos recursos públicos. “En Brasil las personas que reciben beneficios del gobierno no tienen contactos con intermediarios (burocracia). Reciben una tarjeta magnética con la que puede ir al banco a sacar su dinero”.”Eso es sagrado”, recalcó el ex presidente.
Y una tercera estrategia que garantiza el éxito es tener registros de calidad y hacer seguimiento a los programas y beneficiarios. Equipos del gobierno viajaron a lugares remotos donde encontraron habitantes que ni siquiera tenían actas de nacimiento; eran ciudadanos que no existían. Ellos son hoy beneficiarios del programa “Bolsa-Familia” que entrega tarjetas a las mujeres del hogar para que cuenten con el dinero para la alimentación y educación de su familia. “Son 13 millones de tarjetas. Las personas van al banco y no le deben favores a alcaldes ni a gobernadores ni al presidente”. “Me decían que estaba desperdiciando dinero y creando vagabundos que no trabajaban. Criticaban que los pobres compraran lápices o zapatos para los niños y no comida”. “Quienes nunca han pasado hambre ni necesidades, no saben qué son 80 dólares en las manos de una madre de familia”.
En 6 años la desnutrición de su país se redujo en un 73% y la mortalidad infantil en un 45%. Se han generado millones de nuevos empleos formales y reducido el trabajo infantil, llevando a ésos niños y jóvenes a las aulas de la educación básica y de las 14 nuevas universidades federales.
“Estos resultados” aseguró Lula, son una muestra de que no hay nada más barato que invertir en los pobres” y deja atrás la teoría de que hay que esperar el desarrollo para ser inclusivos. En el caso de Brasil, la inclusión llevó al desarrollo. “Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo”. “Hasta le pagamos la deuda al Fondo Monetario Internacional y todavía nos debe 14000 millones de dólares que les prestamos para ayudar a la crisis de los países ricos”.
No tengamos la menor duda, estimado lector, los buenos e íntegros gobernantes, construyen sociedades buenas, justas y prósperas.
[email protected]
Noviembre 25, 2011.
Lo que le voy a contar en seguida estimado lector es un caso de la vida real que demuestra que para ser un buen gobernante no se necesita ser de izquierda, ni de derecha ni de centro. Ni siquiera de gran preparación académica. Lo que se necesita es decencia, es vergüenza, es espíritu solidario hacia los demás y sentido claro de lo que es justo. Por ser de interés general, reproduzco aquí algunos párrafos de un correo que apenas recibí de un amigo, que describe como le hizo Luiz Inacio Lula Da Silva para disminuir drásticamente la pobreza en su país, Brasil, para convertirlo en pocos años, en la décima potencia económica del mundo, hasta el punto de que el Fondo Monetario Internacional le pidió prestados hace poco, 14,000 millones de dólares, para ayudar a los países europeos que se encuentran en serias dificultades y cercanos a la quiebra económica, como Grecia, Italia y España, entre otros.
Con gobernantes honestos y determinados, es posible reducir drásticamente la pobreza y mejorar la economía: En su reciente visita a Colombia, el ex presidente de Brasil, contó detalles de la política social que aplicó y que hoy es ejemplo en el mundo. Le recomendó a Colombia no dejar en manos de intermediarios, la administración de los recursos públicos. A Lula da Silva no se le olvida que lo primero que hizo el primer día de su gestión como presidente de Brasil, fue reunir a todos sus ministros, subirlos a un avión y llevarlos a los lugares más pobres del país, “para que el Presidente del Banco Central y su ministro de Hacienda vieran a ése país que no se queja, que no hace manifestaciones, pero que está ahí, que es real y verdadero. Eso quizás ha ayudado a cambiar las cosas”. Lula conocía muy bien esos lugares. Él salió de una de ésas zonas donde es común que los niños vayan a la cama sin comer o pasen un domingo sin almuerzo. “Conocí el pan por primera vez a los 7 años –recordó el ex mandatario-. Hasta ésa edad, el café que me tomaba por las mañanas era con harina de yuca”. “Sé lo que es la desesperación de una madre que está delante de un fogón sin gas y sin lo más elemental para hacer una comida para sus hijos”.
Durante su visita a Colombia, el ex presidente de Brasil compartió no solo su historia de vida sino los resultados de su política social que sacó a 28’000,000 de brasileños de la pobreza y que redujo drásticamente los niveles de desnutrición y desescolarización de los niños y jóvenes de su país. Brasil es una de las diez economías más importantes del mundo, pero para Lula esto de poco ayuda si no hay democracia ni políticas de distribución del crecimiento para evitar que el dinero siga en manos de pocos “y el pueblo siga pobre y desnutrido”.
“Cuando empecé mi gobierno, el 10% de la población más rica cogía la mitad del dinero del país y le dejaban a los más pobres apenas el 10%” recordó el ex mandatario quien logró cambiar éstas cifras, aumentando el salario mínimo en un 62% en cinco años, aun con voces en contra que le advertían que lo único que lograría era el crecimiento de la inflación.
“Y la inflación no aumentó” dice ahora con satisfacción. Esta sola decisión sacó a millones de brasileros de la pobreza. Es más, asegura que con la crisis del 2008, Brasil salió adelante gracias a ésta población. “El consumo creció siete veces, sobre todo en los sectores populares. Los pobres empezaron a ser tratados como ciudadanos”. Aplicó varias estrategias para lograr los resultados. Una, fue bancarizar la población pobre. En un año, 45 millones de brasileros tenían cuentas bancarias activas y esto ayudo a la segunda estrategia: no dejar a intermediarios la administración ni la entrega de éstos recursos públicos. “En Brasil las personas que reciben beneficios del gobierno no tienen contactos con intermediarios (burocracia). Reciben una tarjeta magnética con la que puede ir al banco a sacar su dinero”.”Eso es sagrado”, recalcó el ex presidente.
Y una tercera estrategia que garantiza el éxito es tener registros de calidad y hacer seguimiento a los programas y beneficiarios. Equipos del gobierno viajaron a lugares remotos donde encontraron habitantes que ni siquiera tenían actas de nacimiento; eran ciudadanos que no existían. Ellos son hoy beneficiarios del programa “Bolsa-Familia” que entrega tarjetas a las mujeres del hogar para que cuenten con el dinero para la alimentación y educación de su familia. “Son 13 millones de tarjetas. Las personas van al banco y no le deben favores a alcaldes ni a gobernadores ni al presidente”. “Me decían que estaba desperdiciando dinero y creando vagabundos que no trabajaban. Criticaban que los pobres compraran lápices o zapatos para los niños y no comida”. “Quienes nunca han pasado hambre ni necesidades, no saben qué son 80 dólares en las manos de una madre de familia”.
En 6 años la desnutrición de su país se redujo en un 73% y la mortalidad infantil en un 45%. Se han generado millones de nuevos empleos formales y reducido el trabajo infantil, llevando a ésos niños y jóvenes a las aulas de la educación básica y de las 14 nuevas universidades federales.
“Estos resultados” aseguró Lula, son una muestra de que no hay nada más barato que invertir en los pobres” y deja atrás la teoría de que hay que esperar el desarrollo para ser inclusivos. En el caso de Brasil, la inclusión llevó al desarrollo. “Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo”. “Hasta le pagamos la deuda al Fondo Monetario Internacional y todavía nos debe 14000 millones de dólares que les prestamos para ayudar a la crisis de los países ricos”.
No tengamos la menor duda, estimado lector, los buenos e íntegros gobernantes, construyen sociedades buenas, justas y prósperas.