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Una perversa relación
Por ALFREDO LUJAMBIO RAFFOLS
[email protected]
Enero 13, 2012.
Desde hace muchos años, allá por principios de los 80´s, cuando tuve el honor de servir a mi comunidad como tesorero de la administración municipal que presidía el Dr. Salvador Nava, comprobé en carne propia la tremenda ineficacia e injusticia del llamado Sistema de Coordinación Fiscal implantado desde los años 70´s que dejaba a los estados y a los municipios del país en una condición de permanente insuficiencia de recursos para poder atender las necesidades básicas de la población y a la vez en una dependencia política del gobernador en turno que podía a su capricho repartir o retener las llamadas participaciones que envía la federación a los gobiernos estatales para que éste las distribuyera a los municipios. Éste sistema le ha acarreado al país un sinnúmero de calamidades, porque ha impedido clarificar a los ojos del ciudadano, la responsabilidad de que quien gobierna, debe ser quien cobre los impuestos y rinda cuenta de ellos. Así es como funcionan los sistemas y las leyes fiscales en los países desarrollados y poderosos: amarrando la obligación de cobrar los impuestos, con la responsabilidad de aplicarlos bien y rendir cuenta de ellos. Así es como el individuo adquiere conciencia de participación ciudadana para vigilar a sus autoridades locales y exigir buen gobierno.
Otra de la formas más claras de demostrar la inoperancia e ineficacia del actual sistema político mexicano, es que en la actual estructura del sistema fiscal, se concentran en las manos del gobierno federal algo así como un 95% del total de los recursos que aportamos los mexicanos para la manutención de los gastos gubernamentales, junto con los enormes ingresos que genera la venta de petróleo.
Ésta concentración masiva de recursos en manos de la administración federal ha sido lo que ha incubado la corrupción, la falta de eficacia, de transparencia y de honestidad con que se gasta el dinero público en casi todas las esferas de la administración pública en las que además, se dedican enormes recursos a mantener burocracias gigantescas que con frecuencia sólo sirven para estorbar el potencial de desarrollo de éste país, produce una distorsión de toda su organización social, política y económica y lo mantiene rezagado en su economía y en su necesidad de un desarrollo social justo.
El Dr. en Ciencias Políticas Carlos Elizondo Meyer, en su ambicioso y convincente libro “POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS”, -que me permito recomendar al lector- hace una pregunta esencial: “¿Por qué México está atrapado en el bajo crecimiento, desigualdades sociales, con instituciones incapaces de satisfacer las necesidades más apremiantes de la sociedad mexicana?”. Afirma: “Hay que replantear la perversa relación fiscal entre los municipios, los estados y la federación. Los estados y los municipios deben recaudar sus propios impuestos para volverse responsables de cómo los gastan”. “Los recursos que distribuye la federación sólo deben ser para apoyar a las entidades más débiles y programas específicos de interés nacional, como pueden ser los apoyos en casos de desastres naturales”. “Hay además que mejorar la rendición de cuentas y evitar las prácticas clientelares”.
La mayor parte del libro es un diagnóstico muy duro de la realidad mexicana, pero concluye con recomendaciones específicas para salir de la trampa en la que estamos. Por su parte, otro economista destacado, José Angel Gurría, actual secretario de la OCDE, al referirse al libro de Elizondo, señala: “Un país que tiene gran potencial en todos los ámbitos, pero que está inmerso en una cultura clientelista muy arraigada que evita la competencia, cultiva los privilegios y tolera la impunidad”. Añade: “¿Podremos romper ésta inercia negativa? Yo creo que sí. Muchos de los elementos para lograrlo, están en éste libro escrito con claridad, rigor y esperanza”.
La falta de un adecuado y moderno sistema fiscal es lo que ha permitido que proliferen los gobernadores sinvergüenzas, como Rubén Moreira en Coahuila y el de Zacatecas que en sólo un año, ya aumentó la deuda del estado en más de 8 veces. También permite que los políticos abusivos e inescrupulosos se despachen con bonos, prestaciones y aguinaldos ofensivos para toda la sociedad, como el ejemplo que acabamos de ver con el Bono Navideño de nuestros diputados locales.
No importa tanto quien gane la presidencia ni la mayoría en el congreso en julio próximo, sino que los mexicanos seamos capaces de obligar a quienes lleguen, a que legislen una verdadera reforma fiscal, que evite la subordinación política de estados y municipios respecto de la federación y distribuya la carga fiscal con justicia para que todo mundo pague impuestos y todo mundo exija cuentas claras a los gobernantes.
[email protected]
Enero 13, 2012.
Desde hace muchos años, allá por principios de los 80´s, cuando tuve el honor de servir a mi comunidad como tesorero de la administración municipal que presidía el Dr. Salvador Nava, comprobé en carne propia la tremenda ineficacia e injusticia del llamado Sistema de Coordinación Fiscal implantado desde los años 70´s que dejaba a los estados y a los municipios del país en una condición de permanente insuficiencia de recursos para poder atender las necesidades básicas de la población y a la vez en una dependencia política del gobernador en turno que podía a su capricho repartir o retener las llamadas participaciones que envía la federación a los gobiernos estatales para que éste las distribuyera a los municipios. Éste sistema le ha acarreado al país un sinnúmero de calamidades, porque ha impedido clarificar a los ojos del ciudadano, la responsabilidad de que quien gobierna, debe ser quien cobre los impuestos y rinda cuenta de ellos. Así es como funcionan los sistemas y las leyes fiscales en los países desarrollados y poderosos: amarrando la obligación de cobrar los impuestos, con la responsabilidad de aplicarlos bien y rendir cuenta de ellos. Así es como el individuo adquiere conciencia de participación ciudadana para vigilar a sus autoridades locales y exigir buen gobierno.
Otra de la formas más claras de demostrar la inoperancia e ineficacia del actual sistema político mexicano, es que en la actual estructura del sistema fiscal, se concentran en las manos del gobierno federal algo así como un 95% del total de los recursos que aportamos los mexicanos para la manutención de los gastos gubernamentales, junto con los enormes ingresos que genera la venta de petróleo.
Ésta concentración masiva de recursos en manos de la administración federal ha sido lo que ha incubado la corrupción, la falta de eficacia, de transparencia y de honestidad con que se gasta el dinero público en casi todas las esferas de la administración pública en las que además, se dedican enormes recursos a mantener burocracias gigantescas que con frecuencia sólo sirven para estorbar el potencial de desarrollo de éste país, produce una distorsión de toda su organización social, política y económica y lo mantiene rezagado en su economía y en su necesidad de un desarrollo social justo.
El Dr. en Ciencias Políticas Carlos Elizondo Meyer, en su ambicioso y convincente libro “POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS”, -que me permito recomendar al lector- hace una pregunta esencial: “¿Por qué México está atrapado en el bajo crecimiento, desigualdades sociales, con instituciones incapaces de satisfacer las necesidades más apremiantes de la sociedad mexicana?”. Afirma: “Hay que replantear la perversa relación fiscal entre los municipios, los estados y la federación. Los estados y los municipios deben recaudar sus propios impuestos para volverse responsables de cómo los gastan”. “Los recursos que distribuye la federación sólo deben ser para apoyar a las entidades más débiles y programas específicos de interés nacional, como pueden ser los apoyos en casos de desastres naturales”. “Hay además que mejorar la rendición de cuentas y evitar las prácticas clientelares”.
La mayor parte del libro es un diagnóstico muy duro de la realidad mexicana, pero concluye con recomendaciones específicas para salir de la trampa en la que estamos. Por su parte, otro economista destacado, José Angel Gurría, actual secretario de la OCDE, al referirse al libro de Elizondo, señala: “Un país que tiene gran potencial en todos los ámbitos, pero que está inmerso en una cultura clientelista muy arraigada que evita la competencia, cultiva los privilegios y tolera la impunidad”. Añade: “¿Podremos romper ésta inercia negativa? Yo creo que sí. Muchos de los elementos para lograrlo, están en éste libro escrito con claridad, rigor y esperanza”.
La falta de un adecuado y moderno sistema fiscal es lo que ha permitido que proliferen los gobernadores sinvergüenzas, como Rubén Moreira en Coahuila y el de Zacatecas que en sólo un año, ya aumentó la deuda del estado en más de 8 veces. También permite que los políticos abusivos e inescrupulosos se despachen con bonos, prestaciones y aguinaldos ofensivos para toda la sociedad, como el ejemplo que acabamos de ver con el Bono Navideño de nuestros diputados locales.
No importa tanto quien gane la presidencia ni la mayoría en el congreso en julio próximo, sino que los mexicanos seamos capaces de obligar a quienes lleguen, a que legislen una verdadera reforma fiscal, que evite la subordinación política de estados y municipios respecto de la federación y distribuya la carga fiscal con justicia para que todo mundo pague impuestos y todo mundo exija cuentas claras a los gobernantes.