Inicio / Quiénes somos / De mano en mano / Contacto
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
De triste memoria
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Diciembre 2, 2012
La evaluación más fiel y exacta del gobierno de Felipe Calderón se dio el pasado 1 de julio, cuando la mayoría de los mexicanos mandaron hasta el tercer sitio a la candidata presidencial de su partido. El recuento de los daños causados durante su administración tuvo un castigo: la derrota contundente y vergonzosa de Acción Nacional. Apenas 15 millones 896 mil de los 75 millones de electores votaron por la panista. En los países democráticos no se dificulta el triunfo del candidato del partido gobernante si el antecesor ha dado buenos resultados. El destino inmediato de Calderón parece estar definido: debe tantas a tantos que no podrá residir en México. Se va al exilio dorado como académico y conferensista en la escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Aunque todavía falta que los alumnos de esta célebre casa de estudios lo acepten, pues los de la Universidad de Texas, a la que en un principio se iba a incorporar, estaban organizado un movimiento para recabar 500 mil firmas con el propósito de evitar su ingreso. No aceptan en sus aulas al responsable de una guerra fratricida e inútil que ha cobrado decenas de miles de victimas y que es acusado de crímenes de lesa humanidad por los asesinatos, torturas y desapariciones cometidos sistemáticamente durante su gobierno en contra de la población civil, sabiendo del daño que ha ocasionado y provocando graves sufrimientos. Deja Calderón un país violento, doliente y con autoridades corruptas en todas las instituciones que colaboran estrechamente con las organizaciones criminales, y que nacieron o se fortalecieron durante su sexenio. Un país con miedo en el que en muchas de sus carreteras no se puede transitar libremente por el temor a ser asaltado o ser victima de una balacera en sus calles. Un país desprestigiado e inseguro, al extremo de que el gobierno americano y otros le recomiendan a sus nacionales no visitar, si no es por razones estrictamente necesarias y tomando todo clase de precauciones. Lo primero que se nos viene a la mente cuando hacemos referencia a este personaje es y seguirá siendo la imagen de violencia y muerte que deja regada a lo largo y ancho de la República.
El presidente del empleo nos deja un país con más de 8.7 millones de desocupados, tomando como base una metodología acorde a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que contrasta con los 2.6 millones que reporta el INEGI. Un incremento del 32.7 por ciento en los últimos seis años y con 26 millones 574 mil trabajadores informales, que representan el 54.5% de la fuerza laboral del país. Más del 70 por ciento de los que presume que tienen un trabajo estable ganan entre 1 y 2 salarios mínimos al día. Nos deja 70 millones de mexicanos pobres y miles de jóvenes y menores de edad que se han enrolado en el crimen organizado ante la falta de oportunidades de educación y empleo. Deja tras de sí un país con un importante incremento en las adicciones y venta de drogas en las calles.
Se va un presidente que fue impuesto mediante maniobras fraudulentas y que logró controlar la línea editorial de la mayoría de los medios de comunicación, principalmente la de las televisoras que se vieron beneficiadas con la entrega de contratos millonarios de publicidad y la promesa de que nadie más les haría la competencia; las que a cambio, lo ensalzaran y evitaron cualquier critica a su persona. Los televidentes se empachaban todos los días de las notas y recuentos tendenciosos que apuntalaban su delirio de grandeza al presumir obras que presentaba como si las hubiera pagado con dinero propio y no con el del petróleo, préstamos, remesas e impuestos de los mexicanos. Ningún despacho confiable ha dictaminado si el precio, calidad y utilidad de estas inversiones corresponden a lo presupuestado y pagado. El petulante michoacano ignoró las observaciones del Banco de México que detectó durante su sexenio transferencias de capitales al exterior, de ciudadanos y empresas mexicanas, por un monto superior a los 111 mil millones de dólares depositados en cuentas bancarias o destinadas a la apertura y operación de empresas fuera del país. Una suma 70 por ciento superior a las inversiones extranjeras captadas durante los últimos 6 años. No hay precedente de un saqueo de tales dimensiones en nuestra historia, ni siquiera durante el gobierno de López Portillo en el que no se rebasaron los 54 mil millones de dólares, sumando los capitales fugados, la deuda externa y los famosos mexdólares. Deja Calderón pasivos por 4 billones 813 mil 770 millones de pesos, monto superior en un 160 por ciento de los que recibió de Vicente Fox. La manipulación de la información fue otro de sus engaños, especialmente cuando nos pintaba un panorama nacional color de rosa. El Departamento Federal de Asuntos Exteriores de Suiza desconfía con argumentos muy sólidos de las cifras y logros que presume, al grado de sospechar que está distorsionando la realidad económica de México. Los suizos no descartan el escenario de una sorpresiva caída económica del país en los próximos meses, cuando bajen los precios del petróleo. Ni siquiera las cifras oficiales de las importaciones y exportaciones que tenemos con ese país coinciden con las suyas.
Terminaron los gobiernos panistas y no los volveremos a ver. Doce años de alternancia que decepcionaron a la mayoría de los mexicanos que soñaron en que podría ocurrir un cambio sustancial en la forma de hacer política, cuando en realidad se siguió gobernando con las mismas mañas y vicios del PRI, con la misma o más corrupción, con los mismos lideres obreros y con los mismos políticos y funcionarios que creíamos que habían sido desterrados.
Diciembre 2, 2012
La evaluación más fiel y exacta del gobierno de Felipe Calderón se dio el pasado 1 de julio, cuando la mayoría de los mexicanos mandaron hasta el tercer sitio a la candidata presidencial de su partido. El recuento de los daños causados durante su administración tuvo un castigo: la derrota contundente y vergonzosa de Acción Nacional. Apenas 15 millones 896 mil de los 75 millones de electores votaron por la panista. En los países democráticos no se dificulta el triunfo del candidato del partido gobernante si el antecesor ha dado buenos resultados. El destino inmediato de Calderón parece estar definido: debe tantas a tantos que no podrá residir en México. Se va al exilio dorado como académico y conferensista en la escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Aunque todavía falta que los alumnos de esta célebre casa de estudios lo acepten, pues los de la Universidad de Texas, a la que en un principio se iba a incorporar, estaban organizado un movimiento para recabar 500 mil firmas con el propósito de evitar su ingreso. No aceptan en sus aulas al responsable de una guerra fratricida e inútil que ha cobrado decenas de miles de victimas y que es acusado de crímenes de lesa humanidad por los asesinatos, torturas y desapariciones cometidos sistemáticamente durante su gobierno en contra de la población civil, sabiendo del daño que ha ocasionado y provocando graves sufrimientos. Deja Calderón un país violento, doliente y con autoridades corruptas en todas las instituciones que colaboran estrechamente con las organizaciones criminales, y que nacieron o se fortalecieron durante su sexenio. Un país con miedo en el que en muchas de sus carreteras no se puede transitar libremente por el temor a ser asaltado o ser victima de una balacera en sus calles. Un país desprestigiado e inseguro, al extremo de que el gobierno americano y otros le recomiendan a sus nacionales no visitar, si no es por razones estrictamente necesarias y tomando todo clase de precauciones. Lo primero que se nos viene a la mente cuando hacemos referencia a este personaje es y seguirá siendo la imagen de violencia y muerte que deja regada a lo largo y ancho de la República.
El presidente del empleo nos deja un país con más de 8.7 millones de desocupados, tomando como base una metodología acorde a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que contrasta con los 2.6 millones que reporta el INEGI. Un incremento del 32.7 por ciento en los últimos seis años y con 26 millones 574 mil trabajadores informales, que representan el 54.5% de la fuerza laboral del país. Más del 70 por ciento de los que presume que tienen un trabajo estable ganan entre 1 y 2 salarios mínimos al día. Nos deja 70 millones de mexicanos pobres y miles de jóvenes y menores de edad que se han enrolado en el crimen organizado ante la falta de oportunidades de educación y empleo. Deja tras de sí un país con un importante incremento en las adicciones y venta de drogas en las calles.
Se va un presidente que fue impuesto mediante maniobras fraudulentas y que logró controlar la línea editorial de la mayoría de los medios de comunicación, principalmente la de las televisoras que se vieron beneficiadas con la entrega de contratos millonarios de publicidad y la promesa de que nadie más les haría la competencia; las que a cambio, lo ensalzaran y evitaron cualquier critica a su persona. Los televidentes se empachaban todos los días de las notas y recuentos tendenciosos que apuntalaban su delirio de grandeza al presumir obras que presentaba como si las hubiera pagado con dinero propio y no con el del petróleo, préstamos, remesas e impuestos de los mexicanos. Ningún despacho confiable ha dictaminado si el precio, calidad y utilidad de estas inversiones corresponden a lo presupuestado y pagado. El petulante michoacano ignoró las observaciones del Banco de México que detectó durante su sexenio transferencias de capitales al exterior, de ciudadanos y empresas mexicanas, por un monto superior a los 111 mil millones de dólares depositados en cuentas bancarias o destinadas a la apertura y operación de empresas fuera del país. Una suma 70 por ciento superior a las inversiones extranjeras captadas durante los últimos 6 años. No hay precedente de un saqueo de tales dimensiones en nuestra historia, ni siquiera durante el gobierno de López Portillo en el que no se rebasaron los 54 mil millones de dólares, sumando los capitales fugados, la deuda externa y los famosos mexdólares. Deja Calderón pasivos por 4 billones 813 mil 770 millones de pesos, monto superior en un 160 por ciento de los que recibió de Vicente Fox. La manipulación de la información fue otro de sus engaños, especialmente cuando nos pintaba un panorama nacional color de rosa. El Departamento Federal de Asuntos Exteriores de Suiza desconfía con argumentos muy sólidos de las cifras y logros que presume, al grado de sospechar que está distorsionando la realidad económica de México. Los suizos no descartan el escenario de una sorpresiva caída económica del país en los próximos meses, cuando bajen los precios del petróleo. Ni siquiera las cifras oficiales de las importaciones y exportaciones que tenemos con ese país coinciden con las suyas.
Terminaron los gobiernos panistas y no los volveremos a ver. Doce años de alternancia que decepcionaron a la mayoría de los mexicanos que soñaron en que podría ocurrir un cambio sustancial en la forma de hacer política, cuando en realidad se siguió gobernando con las mismas mañas y vicios del PRI, con la misma o más corrupción, con los mismos lideres obreros y con los mismos políticos y funcionarios que creíamos que habían sido desterrados.