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El final de una telenovela
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Mayo 27, 2011
San Luis Potosí no podía quedarse al margen del movimiento nacional de repudio al candidato del PRI a la presidencia de la República y a la creciente ola de protestas en contra de la mayoría de los medios de comunicación –principalmente electrónicos- por la manipulación y parcialidad de sus notas informativas. Los que asistimos el sábado 19 a la marcha que partió de la Caja del Agua a la Plaza de Armas convocada a través de las redes sociales pudimos observar a más de 500 ciudadanos que de una manera organizada, fresca y entusiasta salieron a las calles y plazas de la ciudad a manifestar sus inconformidades; así como la concentración menos numerosa del miércoles 23 que se inició con los mismos propósitos en las escalinatas del Teatro de la Paz.
Sin dirigentes políticos ni líderes que los movieran los concurrentes exhibieron sus pancartas y gritaron sus reclamos hasta agotarse. Sus demandas en esta última incursión no coincidieron exactamente con las de la primera marcha porque en el pliego petitorio que se leyó no se hizo mención al repudio de la candidatura de Enrique Peña Nieto. El movimiento no apoya expresamente a ningún partido o candidato, fue la explicación. Cualquiera menos el ex gobernador del Estado de México, replicaron la mayoría. Ahora sus reclamos se centraron principalmente en las garantías que debe de dar el Estado para manifestarse libremente. En la exigencia de un periodismo objetivo e imparcial. Pidieron que se respetaran los topes de campaña y se rindieran cuentas de lo que gastan los candidatos. Se rechazó cualquier forma de coartar el voto, y propusieron que se organizaran espacios ciudadanos de participación y vigilancia de los comicios electorales.
Un nuevo estilo de participación ciudadana se está gestando en México en el que la mayoría de los actores son menores de 30 años que se resisten a seguir viviendo en una sociedad en la que el orden social y político no funciona y las instituciones están corrompidas. No dudo que estos recorridos hayan sido para la mayoría de los manifestantes una primera aparición en actividades políticas que pueden provocar que el 70% o más de los electores salgan el 1 de julio a votar. Si esto ocurre, cualquiera de punteros puede ganar la elección. Hasta hace unos cuantos días no cabía en la mente de los analistas que algún contratiempo de esta naturaleza pudiera descomponer la trayectoria del candidato del PRI a Los Pinos. Los planes de sus estrategas eran que el priista nadara de muertito hasta el día de la jornada electoral para que no exhibiera sus torpezas y limitaciones. Que pasara inadvertido hasta donde se pudiera. De lo demás se encargarían Televisa y los otros influyentes comunicadores. Los embates a su vacuidad intelectual y sus vínculos con los personajes más siniestros del país parecían que estaban superados. Televisa se había encargado de ocultarlos.
El falso juego de apertura y crítica de las televisoras que en los últimos días cubre profusamente las actividades de los estudiantes y otros actores políticos de oposición le hará un enorme daño a la imagen de Peña Nieto. Pero ni con esta ni con ninguna otra actitud podrán recuperar la credibilidad de ese sector culto de la sociedad que los cuestiona. Los millones de televidentes que no tienen acceso al Internet no saben la razón de este cambio. Ignoran lo que está ocurriendo, aunque les queda claro que el candidato del PRI ya no es la figura estelar de la telenovela ni el héroe de la pantalla chica. Nos quedan 5 semanas para revertir las preferencias electorales que según las encuestas siguen favoreciendo al priista. Las protestas que iniciaron los estudiantes de la Ibero han logrado despertar la conciencia de muchos ciudadanos que hasta hace muy pocos días creían que el triunfo de Peña Nieto era inevitable, y que ahora miran al candidato de las izquierdas como una opción confiable y esperanzadora. Esto ha provocado también que muchos otros electores analicen la posibilidad del sufragar por el tabasqueño. Una señal que nos alienta y que nos hace reflexionar son las preferencias de los jóvenes universitarios en el simulacro de votación que se dio hace unos días en algunas de las facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que el 85.9% de los 25 mil participantes votaron a favor de la candidatura de López Obrador. El segmento de la población instruida sabe que con el triunfo del priista se consolidaría el sistema de injusticia y pobreza que tiene postrado al país, y trata de evitarlo.
Creo que si en el movimiento estudiantil de 1968 hubieran existido las redes sociales, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz no se hubiera atrevido a masacrar a cientos de universitarios. En esos años el control de la información era absoluto por parte del gobierno. En la capital potosina nos enterábamos de lo que ocurría en la Ciudad de México por los testimonios de los amigos y parientes que participaron en esa gesta, y por alguna que otra nota del diario de don Julio Scherer que se filtraba en los pocos ejemplares que llegaban a los puestos de periódicos de los arcos del Palacio Municipal.
Los jóvenes le están agarrando sabor a las calles y difícilmente regresarán a su habitual aislamiento y apatía. Sienten la importancia de que sus voces se escuchen. Quieren ser protagonistas de un cambio por el que aspiran como ciudadanos libres y que se intensifica a través de la magia de las redes sociales. Renace la esperanza de evitar que el PRI nos gobierne. Aún hay tiempo para detenerlo, por eso exigen imparcialidad y cobertura veraz y objetiva en la información electoral. Buscan que el voto sea consciente e informado y para eso exigen la democratización de los medios de comunicación. Saben el futuro incierto que les espera porque al país se lo está llevando la tristeza si no se reducen drásticamente los índices de criminalidad e inseguridad, pues quién va a querer invertir en México donde los homicidios, robos, secuestros y otros delitos mayores acechan permanentemente a la población. En donde la violencia afecta las actividades productivas y cancela o suspende las inversiones, provocando una fuga masiva de capitales y cerebros.
Mayo 27, 2011
San Luis Potosí no podía quedarse al margen del movimiento nacional de repudio al candidato del PRI a la presidencia de la República y a la creciente ola de protestas en contra de la mayoría de los medios de comunicación –principalmente electrónicos- por la manipulación y parcialidad de sus notas informativas. Los que asistimos el sábado 19 a la marcha que partió de la Caja del Agua a la Plaza de Armas convocada a través de las redes sociales pudimos observar a más de 500 ciudadanos que de una manera organizada, fresca y entusiasta salieron a las calles y plazas de la ciudad a manifestar sus inconformidades; así como la concentración menos numerosa del miércoles 23 que se inició con los mismos propósitos en las escalinatas del Teatro de la Paz.
Sin dirigentes políticos ni líderes que los movieran los concurrentes exhibieron sus pancartas y gritaron sus reclamos hasta agotarse. Sus demandas en esta última incursión no coincidieron exactamente con las de la primera marcha porque en el pliego petitorio que se leyó no se hizo mención al repudio de la candidatura de Enrique Peña Nieto. El movimiento no apoya expresamente a ningún partido o candidato, fue la explicación. Cualquiera menos el ex gobernador del Estado de México, replicaron la mayoría. Ahora sus reclamos se centraron principalmente en las garantías que debe de dar el Estado para manifestarse libremente. En la exigencia de un periodismo objetivo e imparcial. Pidieron que se respetaran los topes de campaña y se rindieran cuentas de lo que gastan los candidatos. Se rechazó cualquier forma de coartar el voto, y propusieron que se organizaran espacios ciudadanos de participación y vigilancia de los comicios electorales.
Un nuevo estilo de participación ciudadana se está gestando en México en el que la mayoría de los actores son menores de 30 años que se resisten a seguir viviendo en una sociedad en la que el orden social y político no funciona y las instituciones están corrompidas. No dudo que estos recorridos hayan sido para la mayoría de los manifestantes una primera aparición en actividades políticas que pueden provocar que el 70% o más de los electores salgan el 1 de julio a votar. Si esto ocurre, cualquiera de punteros puede ganar la elección. Hasta hace unos cuantos días no cabía en la mente de los analistas que algún contratiempo de esta naturaleza pudiera descomponer la trayectoria del candidato del PRI a Los Pinos. Los planes de sus estrategas eran que el priista nadara de muertito hasta el día de la jornada electoral para que no exhibiera sus torpezas y limitaciones. Que pasara inadvertido hasta donde se pudiera. De lo demás se encargarían Televisa y los otros influyentes comunicadores. Los embates a su vacuidad intelectual y sus vínculos con los personajes más siniestros del país parecían que estaban superados. Televisa se había encargado de ocultarlos.
El falso juego de apertura y crítica de las televisoras que en los últimos días cubre profusamente las actividades de los estudiantes y otros actores políticos de oposición le hará un enorme daño a la imagen de Peña Nieto. Pero ni con esta ni con ninguna otra actitud podrán recuperar la credibilidad de ese sector culto de la sociedad que los cuestiona. Los millones de televidentes que no tienen acceso al Internet no saben la razón de este cambio. Ignoran lo que está ocurriendo, aunque les queda claro que el candidato del PRI ya no es la figura estelar de la telenovela ni el héroe de la pantalla chica. Nos quedan 5 semanas para revertir las preferencias electorales que según las encuestas siguen favoreciendo al priista. Las protestas que iniciaron los estudiantes de la Ibero han logrado despertar la conciencia de muchos ciudadanos que hasta hace muy pocos días creían que el triunfo de Peña Nieto era inevitable, y que ahora miran al candidato de las izquierdas como una opción confiable y esperanzadora. Esto ha provocado también que muchos otros electores analicen la posibilidad del sufragar por el tabasqueño. Una señal que nos alienta y que nos hace reflexionar son las preferencias de los jóvenes universitarios en el simulacro de votación que se dio hace unos días en algunas de las facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que el 85.9% de los 25 mil participantes votaron a favor de la candidatura de López Obrador. El segmento de la población instruida sabe que con el triunfo del priista se consolidaría el sistema de injusticia y pobreza que tiene postrado al país, y trata de evitarlo.
Creo que si en el movimiento estudiantil de 1968 hubieran existido las redes sociales, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz no se hubiera atrevido a masacrar a cientos de universitarios. En esos años el control de la información era absoluto por parte del gobierno. En la capital potosina nos enterábamos de lo que ocurría en la Ciudad de México por los testimonios de los amigos y parientes que participaron en esa gesta, y por alguna que otra nota del diario de don Julio Scherer que se filtraba en los pocos ejemplares que llegaban a los puestos de periódicos de los arcos del Palacio Municipal.
Los jóvenes le están agarrando sabor a las calles y difícilmente regresarán a su habitual aislamiento y apatía. Sienten la importancia de que sus voces se escuchen. Quieren ser protagonistas de un cambio por el que aspiran como ciudadanos libres y que se intensifica a través de la magia de las redes sociales. Renace la esperanza de evitar que el PRI nos gobierne. Aún hay tiempo para detenerlo, por eso exigen imparcialidad y cobertura veraz y objetiva en la información electoral. Buscan que el voto sea consciente e informado y para eso exigen la democratización de los medios de comunicación. Saben el futuro incierto que les espera porque al país se lo está llevando la tristeza si no se reducen drásticamente los índices de criminalidad e inseguridad, pues quién va a querer invertir en México donde los homicidios, robos, secuestros y otros delitos mayores acechan permanentemente a la población. En donde la violencia afecta las actividades productivas y cancela o suspende las inversiones, provocando una fuga masiva de capitales y cerebros.