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Los años que tuvimos miedo
Tercera parte
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Febrero 13, 2011
Es previsible que –al paso que llevamos- los muertos vinculados al crimen organizado en San Luis Potosí alcancen en el 2011 la escalofriante cifra de 500 victimas. Un promedio de 1.36 defunciones diarias si nos va bien porque los números reales, que deben estar muy por encima de los oficiales, nunca los vamos a conocer, lo que nos colocaría entre las entidades más violentas del país. Ninguna de las partes en un conflicto armado revela el número verdadero de sus bajas. La contabilidad gubernamental informa que los decesos por esta causa en todo el territorio estatal brincaron de 8 en el 2009 a 135 en el 2010.
Es mucho el miedo que está provocando en la población los secuestros, ejecuciones y balaceras que están ocurriendo en algunas de las cabeceras municipales en las que rara vez sucedía un evento destacado, como los registrados esta semana en Ébano, Tamuín, y San Vicente Tancuayalab, que hasta hace poco se caracterizaban por su vida rutinaria y tranquila. Los potosinos sentimos que los hechos de violencia que se han incrementado durante los últimos días alteran nuestra vida y pueden alcanzarnos en cualquier momento. No podemos acostumbrarnos a vivir con la angustia y el temor que provoca la inseguridad que nos circunda. Poco sabemos de las medidas preventivas que hay que tomar en estos casos, aunque ya aprendimos que cuando escuchamos muy cerca de nosotros un tiroteo, lo mejor es abandonar el vehículo y tirarnos al piso. No acercarnos a curiosear. Las precauciones que está tomando una buena parte de la ciudadanía son cada día más extremas, por ejemplo, pocos se atreven a viajar de noche por algunas de las carreteras que nos comunican con la huasteca, Jalisco y Zacatecas. Son tantos los incidentes que ocurren en esos caminos que deberíamos desplazarnos en caravanas, como en el viejo oeste, esperar hasta que se junten unos diez o más vehículos y entonces avanzar todos juntos. Los retenes de la policía federal y de los militares se han convertido en uno de los pasos más peligrosos de transitar. Hay que controlar los nervios pues muchos viajeros se aterrorizan al verlos. Habrá que observar atentamente sus instrucciones y obedecerlas. Si es de noche lo aconsejable es encender la luz interior del vehículo y exhibir las dos manos en la parte superior del volante, pues el hecho de enfrentarse estas autoridades a los grupos delictivos desde hace más de 4 años les ha provocado una enorme tensión, por lo que cualquier movimiento que ellos consideran agresivo pueden responderlo con una ráfaga que lesione o mate a inocentes. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos que intervienen en Irak y Afganistán descansan cada tres meses por un período de hasta 30 días. En México no sabemos cuántos días toman de vacaciones al año.
Nuestros usos y costumbres están variando. Hay que ser suicida para asistir en estos días a un table dance o contratar a un conjunto musical durante la madrugada en la zona adyacente a la alameda. Los antros han perdido a una buena parte de su clientela que prefiere reunirse en sus domicilios. Pocos son los transeúntes que se atreven a caminar por el centro histórico después de la diez de la noche. El resto de las calles y avenidas aparecen desiertas. Los celulares y las redes sociales son los medios más efectivos para propagar la ubicación de los sitios que hay que evitar porque se advierte algún peligro, aunque en muchas ocasiones se exagera o se miente.
Cada sector de la sociedad debe atender lo que está dentro de sus posibilidades para tratar de reducir la delincuencia. Los empresarios tienen una gran responsabilidad social que consiste en crear fuentes de trabajo y pagar mejores salarios a sus trabajadores. Muchos de ellos tienen capacidad económica para hacerlo. Una redistribución más justa de la riqueza evitaría que muchas personas se vieran tentadas a ingresar a esas organizaciones criminales, aunque sabemos que tal desprendimiento es una utopía. Instituciones con credibilidad deben advertirles a los jóvenes que una vez que ingresan a las filas del crimen organizado ya no podrán salirse. Los desertores son algunos de los que aparecen decapitados con un mensaje clavado en el cuerpo.
No sabemos por qué los diputados no han aprobado la iniciativa de Felipe Calderón que prohíbe pagar en efectivo casas y automóviles, entre otros bienes, y que se esperaba que la Ley entrara en vigor a partir del 1 de enero pasado. Se trata de una propuesta radical pero necesaria para combatir el lavado de dinero, con la cual se golpearía contundentemente las finanzas de la delincuencia limitando el uso de efectivo para cualquier operación de más de 100 mil pesos, con penas para los sujetos obligados a reportar esas operaciones, como los centros de juego y apuestas; emisores de tarjetas no bancarias; empresas de blindaje, joyeros; notarios y corredores públicos; abogados; contadores; agencias inmobiliarias, entre otros actores, que van de 5 a 15 años de cárcel a quien viole esas normas, independientemente de la aplicación de multas elevadísimas.
El dinero se lava porque entra a la economía formal a través de la compra de mercancías en efectivo, y posteriormente se deposita como producto de una operación legítima en el sistema bancario. Con esta iniciativa se incrementaría la recaudación fiscal porque resultaría muy riesgoso declarar valores inferiores a los reales. La iniciativa incluye también un capítulo con el que se pone en orden a las casas de cambio, centros de apuestas, empresas de blindaje, joyeros; mejora el uso de información de inteligencia, sobre todo en aduanas y supervisa las transacciones internacionales; además de difundir información sobre detenidos, sentenciados, bienes incautados y su destino. La miscelánea penal prevé acusar de fomento al lavado de dinero a los profesionistas que den informes falsos a instituciones financieras; a quienes alienten actividades ilícitas; a quienes realicen operaciones para burlar controles, y a quien preste su nombre o empresa para registrar bienes de un tercero.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Febrero 13, 2011
Es previsible que –al paso que llevamos- los muertos vinculados al crimen organizado en San Luis Potosí alcancen en el 2011 la escalofriante cifra de 500 victimas. Un promedio de 1.36 defunciones diarias si nos va bien porque los números reales, que deben estar muy por encima de los oficiales, nunca los vamos a conocer, lo que nos colocaría entre las entidades más violentas del país. Ninguna de las partes en un conflicto armado revela el número verdadero de sus bajas. La contabilidad gubernamental informa que los decesos por esta causa en todo el territorio estatal brincaron de 8 en el 2009 a 135 en el 2010.
Es mucho el miedo que está provocando en la población los secuestros, ejecuciones y balaceras que están ocurriendo en algunas de las cabeceras municipales en las que rara vez sucedía un evento destacado, como los registrados esta semana en Ébano, Tamuín, y San Vicente Tancuayalab, que hasta hace poco se caracterizaban por su vida rutinaria y tranquila. Los potosinos sentimos que los hechos de violencia que se han incrementado durante los últimos días alteran nuestra vida y pueden alcanzarnos en cualquier momento. No podemos acostumbrarnos a vivir con la angustia y el temor que provoca la inseguridad que nos circunda. Poco sabemos de las medidas preventivas que hay que tomar en estos casos, aunque ya aprendimos que cuando escuchamos muy cerca de nosotros un tiroteo, lo mejor es abandonar el vehículo y tirarnos al piso. No acercarnos a curiosear. Las precauciones que está tomando una buena parte de la ciudadanía son cada día más extremas, por ejemplo, pocos se atreven a viajar de noche por algunas de las carreteras que nos comunican con la huasteca, Jalisco y Zacatecas. Son tantos los incidentes que ocurren en esos caminos que deberíamos desplazarnos en caravanas, como en el viejo oeste, esperar hasta que se junten unos diez o más vehículos y entonces avanzar todos juntos. Los retenes de la policía federal y de los militares se han convertido en uno de los pasos más peligrosos de transitar. Hay que controlar los nervios pues muchos viajeros se aterrorizan al verlos. Habrá que observar atentamente sus instrucciones y obedecerlas. Si es de noche lo aconsejable es encender la luz interior del vehículo y exhibir las dos manos en la parte superior del volante, pues el hecho de enfrentarse estas autoridades a los grupos delictivos desde hace más de 4 años les ha provocado una enorme tensión, por lo que cualquier movimiento que ellos consideran agresivo pueden responderlo con una ráfaga que lesione o mate a inocentes. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos que intervienen en Irak y Afganistán descansan cada tres meses por un período de hasta 30 días. En México no sabemos cuántos días toman de vacaciones al año.
Nuestros usos y costumbres están variando. Hay que ser suicida para asistir en estos días a un table dance o contratar a un conjunto musical durante la madrugada en la zona adyacente a la alameda. Los antros han perdido a una buena parte de su clientela que prefiere reunirse en sus domicilios. Pocos son los transeúntes que se atreven a caminar por el centro histórico después de la diez de la noche. El resto de las calles y avenidas aparecen desiertas. Los celulares y las redes sociales son los medios más efectivos para propagar la ubicación de los sitios que hay que evitar porque se advierte algún peligro, aunque en muchas ocasiones se exagera o se miente.
Cada sector de la sociedad debe atender lo que está dentro de sus posibilidades para tratar de reducir la delincuencia. Los empresarios tienen una gran responsabilidad social que consiste en crear fuentes de trabajo y pagar mejores salarios a sus trabajadores. Muchos de ellos tienen capacidad económica para hacerlo. Una redistribución más justa de la riqueza evitaría que muchas personas se vieran tentadas a ingresar a esas organizaciones criminales, aunque sabemos que tal desprendimiento es una utopía. Instituciones con credibilidad deben advertirles a los jóvenes que una vez que ingresan a las filas del crimen organizado ya no podrán salirse. Los desertores son algunos de los que aparecen decapitados con un mensaje clavado en el cuerpo.
No sabemos por qué los diputados no han aprobado la iniciativa de Felipe Calderón que prohíbe pagar en efectivo casas y automóviles, entre otros bienes, y que se esperaba que la Ley entrara en vigor a partir del 1 de enero pasado. Se trata de una propuesta radical pero necesaria para combatir el lavado de dinero, con la cual se golpearía contundentemente las finanzas de la delincuencia limitando el uso de efectivo para cualquier operación de más de 100 mil pesos, con penas para los sujetos obligados a reportar esas operaciones, como los centros de juego y apuestas; emisores de tarjetas no bancarias; empresas de blindaje, joyeros; notarios y corredores públicos; abogados; contadores; agencias inmobiliarias, entre otros actores, que van de 5 a 15 años de cárcel a quien viole esas normas, independientemente de la aplicación de multas elevadísimas.
El dinero se lava porque entra a la economía formal a través de la compra de mercancías en efectivo, y posteriormente se deposita como producto de una operación legítima en el sistema bancario. Con esta iniciativa se incrementaría la recaudación fiscal porque resultaría muy riesgoso declarar valores inferiores a los reales. La iniciativa incluye también un capítulo con el que se pone en orden a las casas de cambio, centros de apuestas, empresas de blindaje, joyeros; mejora el uso de información de inteligencia, sobre todo en aduanas y supervisa las transacciones internacionales; además de difundir información sobre detenidos, sentenciados, bienes incautados y su destino. La miscelánea penal prevé acusar de fomento al lavado de dinero a los profesionistas que den informes falsos a instituciones financieras; a quienes alienten actividades ilícitas; a quienes realicen operaciones para burlar controles, y a quien preste su nombre o empresa para registrar bienes de un tercero.