Inicio / Quiénes somos / De mano en mano / Contacto
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
"Vuelta en U"
Primera parte
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Julio 3, 2011
El próximo jueves a mediodía, en El Colegio de San Luis, el prestigiado columnista y profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, Sergio Aguayo Quezada, presentará sus dos últimos libros, el primero de ellos -que comento en esta entrega- es una obra monumental de 725 páginas que se titula “La Transición en México”, complementario del otro texto: “Vuelta en U”, que recopila las resistencias de unos y los empeños de otros por instaurar en México la democracia, y que se acompaña con un DVD que contiene la versión íntegra de 6,208 valiosos documentos históricos que pueden ser fácilmente consultados.
Más que una obra de consulta es un relato ameno y ordenado de los acontecimientos más sobresalientes de los últimos 100 años que van desde la entrevista que le hizo Creelman a Porfirio Díaz en 1908; hasta las oportunas declaraciones de Mario Vargas Llosa, en junio de 2010, en las que pronostica que la victoria del PRI en las elecciones presidenciales del 2012 parecen inevitables, lo que según el premio Novel “sería una pena que México retornara a ser el monopolio de un partido tan absolutamente corrupto como fue el viejo PRI”.
En este libro desfilan cientos de personajes involucrados en la transición o que han surgido gracias a ella. Es un libro que nos permite entender por qué está estancada y hasta en reversa nuestra democracia. Entendemos que en el espacio de un libro es imposible mencionar todos los eventos que nos han impactado en el último siglo. Muchos quedan fuera. Sería un despropósito capturar todos los intereses y todas las curiosidades de la transformación del país en unas cuantas líneas, sin embargo nos proyecta con rigor y coherencia, en 18 capítulos, la elección de 1910 y la revolución; la elección de 1929; la consolidación del régimen y las elecciones presidenciales de 1940 y 1952; el apogeo del presidencialismo, protestas, represión y reforma electoral: 1964-1979; los precursores del cambio; el parteaguas de 1968; guerra sucia, reforma electoral y apertura al mundo; el reacomodo de las fuerzas políticas: 1982-1987; partidos opositores y sociedad civil; el debilitamiento del régimen; desmontando al sistema: 1988-1993; una elección entre la tradición y la modernidad; cinco años de vértigo: 1988-1993; las consecuencias de 1994; Chiapas; la elección de 1994; los efectos de la crisis; la alternancia; la victoria de Fox; la herencia de la alternancia presidencial; ¿A dónde va México?: 2006-2010; y entre el desánimo y la esperanza: 2007-2010.
Nadie duda que la elección presidencial del 2012 será una contienda controlada por las cadenas televisoras en la que seguirán influyendo de una manera determinante los resultados de las encuestas que servirán para desmoralizar a los opositores al candidato del PRI, y en la que los gastos de campaña excederán con mucho a los topes permitidos, sin que las autoridades electorales se atrevan a investigar el origen ilegal de esos recursos y menos a sancionar a los infractores. A todo esto habría que sumarle un electorado decepcionado por los resultados de los gobiernos panistas que vive una de las crisis más amargas de nuestra historia por la inseguridad, el desempleo y los bajos salarios que perciben la mayoría de los trabajadores. Seguramente que el abstencionismo alcanzará niveles históricos. No ganará el mejor candidato sino el que gaste más dinero. Nos toparemos con brigadas de mapaches y promotores del voto que estarán al acoso de los electores y miles de funcionarios de casilla dispuestos a alterar los resultados a cambio de una dádiva.
Muchos coincidimos con el también autor de “La charola: una historia de los servicios de inteligencia en México”, que señala que la pobreza impide el ejercicio de derechos, preserva condiciones adecuadas para la compra y manipulación del voto, facilita la corrupción y crea condiciones para la prosperidad de los cárteles de la droga. Esta es una obra que nos da elementos para reflexionar que en las zonas de miseria extrema es impenetrable una elección libre de candidatos y que si esta injusticia no se corrige nunca transitaremos a la democracia. Las abismales desigualdades sociales son el problema más lacerante de la nación. “La Transición en México” es un esfuerzo en el que el autor nos hace comprender que la democracia es mucho más que las urnas; pero que sin elecciones equitativas, limpias y confiables no hay democracia. Es innegable la orientación y simpatías del autor con los movimientos de izquierda en los que ha participado, pero no por eso deja de ser objetivo y veraz en sus juicios. Sergio Aguayo no es un intelectual acomodaticio y contemplativo, es un hombre de acción y convicciones que ha participado activamente en muchas luchas relacionadas con la democracia, la transparencia y rendición de cuentas, la defensa y promoción de derechos humanos; y al que muchos le profesamos un enorme respeto y admiración.
Es un trabajo que reúne una enorme cantidad de datos sobre la transición en México y que resulta en una historia documental accesible y apasionante, cuya lectura se recomienda ampliamente a todos los que están interesados en los asuntos públicos del país. Es un libro que no pretende abarcar todos los acontecimientos políticos que han ocurrido en México durante los últimos 100 años pero que nos proyecta una imagen muy acertada y completa de nuestra realidad. El autor concluye que estamos en la encrucijada de la historia pues pocas veces han convergido adversidades de tan distinta índole y gravedad. Son muy pocos los que participan en la política sin que haya de por medio una retribución, un cargo o un simple empleo. Los idealistas se extinguieron. Superar la magnitud de este desafío, lamenta el escritor, parece imposible. Hay un desánimo social y una desconfianza absoluta en nuestros políticos. Después de más de 4 décadas de participación activa en la lucha por instaurar la democracia en México y de su contribución intelectual a este objetivo, Sergio Aguayo, concluye que la transición sigue inconclusa y enfrenta una regresión.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Julio 3, 2011
El próximo jueves a mediodía, en El Colegio de San Luis, el prestigiado columnista y profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, Sergio Aguayo Quezada, presentará sus dos últimos libros, el primero de ellos -que comento en esta entrega- es una obra monumental de 725 páginas que se titula “La Transición en México”, complementario del otro texto: “Vuelta en U”, que recopila las resistencias de unos y los empeños de otros por instaurar en México la democracia, y que se acompaña con un DVD que contiene la versión íntegra de 6,208 valiosos documentos históricos que pueden ser fácilmente consultados.
Más que una obra de consulta es un relato ameno y ordenado de los acontecimientos más sobresalientes de los últimos 100 años que van desde la entrevista que le hizo Creelman a Porfirio Díaz en 1908; hasta las oportunas declaraciones de Mario Vargas Llosa, en junio de 2010, en las que pronostica que la victoria del PRI en las elecciones presidenciales del 2012 parecen inevitables, lo que según el premio Novel “sería una pena que México retornara a ser el monopolio de un partido tan absolutamente corrupto como fue el viejo PRI”.
En este libro desfilan cientos de personajes involucrados en la transición o que han surgido gracias a ella. Es un libro que nos permite entender por qué está estancada y hasta en reversa nuestra democracia. Entendemos que en el espacio de un libro es imposible mencionar todos los eventos que nos han impactado en el último siglo. Muchos quedan fuera. Sería un despropósito capturar todos los intereses y todas las curiosidades de la transformación del país en unas cuantas líneas, sin embargo nos proyecta con rigor y coherencia, en 18 capítulos, la elección de 1910 y la revolución; la elección de 1929; la consolidación del régimen y las elecciones presidenciales de 1940 y 1952; el apogeo del presidencialismo, protestas, represión y reforma electoral: 1964-1979; los precursores del cambio; el parteaguas de 1968; guerra sucia, reforma electoral y apertura al mundo; el reacomodo de las fuerzas políticas: 1982-1987; partidos opositores y sociedad civil; el debilitamiento del régimen; desmontando al sistema: 1988-1993; una elección entre la tradición y la modernidad; cinco años de vértigo: 1988-1993; las consecuencias de 1994; Chiapas; la elección de 1994; los efectos de la crisis; la alternancia; la victoria de Fox; la herencia de la alternancia presidencial; ¿A dónde va México?: 2006-2010; y entre el desánimo y la esperanza: 2007-2010.
Nadie duda que la elección presidencial del 2012 será una contienda controlada por las cadenas televisoras en la que seguirán influyendo de una manera determinante los resultados de las encuestas que servirán para desmoralizar a los opositores al candidato del PRI, y en la que los gastos de campaña excederán con mucho a los topes permitidos, sin que las autoridades electorales se atrevan a investigar el origen ilegal de esos recursos y menos a sancionar a los infractores. A todo esto habría que sumarle un electorado decepcionado por los resultados de los gobiernos panistas que vive una de las crisis más amargas de nuestra historia por la inseguridad, el desempleo y los bajos salarios que perciben la mayoría de los trabajadores. Seguramente que el abstencionismo alcanzará niveles históricos. No ganará el mejor candidato sino el que gaste más dinero. Nos toparemos con brigadas de mapaches y promotores del voto que estarán al acoso de los electores y miles de funcionarios de casilla dispuestos a alterar los resultados a cambio de una dádiva.
Muchos coincidimos con el también autor de “La charola: una historia de los servicios de inteligencia en México”, que señala que la pobreza impide el ejercicio de derechos, preserva condiciones adecuadas para la compra y manipulación del voto, facilita la corrupción y crea condiciones para la prosperidad de los cárteles de la droga. Esta es una obra que nos da elementos para reflexionar que en las zonas de miseria extrema es impenetrable una elección libre de candidatos y que si esta injusticia no se corrige nunca transitaremos a la democracia. Las abismales desigualdades sociales son el problema más lacerante de la nación. “La Transición en México” es un esfuerzo en el que el autor nos hace comprender que la democracia es mucho más que las urnas; pero que sin elecciones equitativas, limpias y confiables no hay democracia. Es innegable la orientación y simpatías del autor con los movimientos de izquierda en los que ha participado, pero no por eso deja de ser objetivo y veraz en sus juicios. Sergio Aguayo no es un intelectual acomodaticio y contemplativo, es un hombre de acción y convicciones que ha participado activamente en muchas luchas relacionadas con la democracia, la transparencia y rendición de cuentas, la defensa y promoción de derechos humanos; y al que muchos le profesamos un enorme respeto y admiración.
Es un trabajo que reúne una enorme cantidad de datos sobre la transición en México y que resulta en una historia documental accesible y apasionante, cuya lectura se recomienda ampliamente a todos los que están interesados en los asuntos públicos del país. Es un libro que no pretende abarcar todos los acontecimientos políticos que han ocurrido en México durante los últimos 100 años pero que nos proyecta una imagen muy acertada y completa de nuestra realidad. El autor concluye que estamos en la encrucijada de la historia pues pocas veces han convergido adversidades de tan distinta índole y gravedad. Son muy pocos los que participan en la política sin que haya de por medio una retribución, un cargo o un simple empleo. Los idealistas se extinguieron. Superar la magnitud de este desafío, lamenta el escritor, parece imposible. Hay un desánimo social y una desconfianza absoluta en nuestros políticos. Después de más de 4 décadas de participación activa en la lucha por instaurar la democracia en México y de su contribución intelectual a este objetivo, Sergio Aguayo, concluye que la transición sigue inconclusa y enfrenta una regresión.