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El entremés de García Valdez
Por JUAN ANTONIO GONZÁLEZ
Marzo 14, 2012
En sus escasos días como político raso, Mario García Valdez ya es candidato y al mismo tiempo es veterano de guerra. De su primera batalla ha regresado con más pena que gloria y con altos costos, logró su objetivo de desembarcar en la capital como cabeza de coalición partidista electoral.
El ex rector movido por la tentación de ocupar territorios allende los espacios universitarios, hizo con ello la guerra sin saber a quien. Sus meras aspiraciones significaron una declaración de lanzar espadas y así se inició la llamada “guerra sucia”.
Ahora precandidato coalicionista, rompió lanzas desde que era rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y desde ese momento, la guerra interna en el Partido Revolucionario Institucional se inició.
Tal vez en su pacífico despacho de rectoría en el edifico central de la UASLP, no llegó a pensar que la trinchera le sería insuficiente para evitar bajas en sus aspiraciones.
No fue así.
Desde antes del 27 de febrero cuando presentó su renuncia al cargo para el que le restaban únicamente seis semanas, ya se habían abierto las baterías en su contra. Ni el Comité Municipal del PRI capitalino ni el grupo de Victoria Labastida le querían como candidato.
No era nada personal, era sólo que los trazos de futuro político que se había ya planteado García Valdez, tenían la misma trayectoria de los planes que Victoria Labastida tenía acerca de su porvenir.
Al rector le latía su “corazoncito” para el 2015, pero para su infortunio, a la ex alcaldesa y ahora candidata al Senado esa fecha en que se elegirá gobernador también anida apasionados latidos de su corazón.
Entonces se vio que no había razón para tener en el universitario a un aliado si más temprano que tarde empezaría a trabajar desde palacio, por esa apetecible candidatura que desde ahora, parece ya quitarle el sueño a algunos entre ellos, a García y Labastida.
Dicen los que saben, como es el caso de Andrés Valdez Zepeda, Investigador de la Universidad de Guadalajara, que en coyunturas electorales, candidatos y partidos no solo diseñan estrategias que los muestren como la mejor oferta política, sino que también, elaboran estrategias para disminuir al contrario.
Eso le ocurrió a García, quien pese a formar parte de la institución académica de orden público más prestigiada de la entidad, desconocía que una campaña electoral empieza desde el interior de los partidos y que es más cruenta, incluso, que las campañas constitucionales.
Empezó la guerra sucia con los espectaculares, a la que le siguió una carta a través de correos electrónicos dirigida a personal administrativo y académico de la universidad, en la que se le acusaba de lo mismo que con los espectaculares: de hacer uso de la universidad para sus fines políticos.
La guerra sucia continuó y apareció el blog ElRectorSLP en el que se difundió un audio en el que el entonces rector, desnudaba con crudeza su personalidad.
García le tundió al gobernador, al tricolor del que ahora es candidato y con un talante de político sobrado que creyendo que las puede todas, confesó que su corazoncito está puesto en el 2015.
Más allá del lenguaje procaz utilizado con su interlocutor, el aún rector describió como su candidatura ya había sido acordada con el gobernador y que por tanto, no se explicaba las razones por las que no acababan de una vez por todas en uncirlo candidato.
Ya para entonces, García estaba en plena guerra sucia y parecía no percatarse de ello.
El viernes y domingo pasado, cuando fue presentado como candidatos en el Partido Verde y luego en el Revolucionario Institucional, definió su penar como parte de esa guerra sucia que por lo general se presenta cuando le tienen temor a caras nuevas en la política.
Dice Valdez Zepeda que en México, “las campañas se tornan en verdaderas confrontaciones entre candidatos y partidos por la disputa del poder, utilizando una serie de técnicas, estrategias, conocimientos y tecnologías existentes en el mercado”.
En ese sentido, la guerra sucia ha alzando una tregua, pues se ha entendido que primero hay que ganar la presidencia municipal y el escaño en el senado, para que luego, ya entonces, se reinicien hostilidades.
Se parece haber entendido en el fuero priísta y en palacio de gobierno, que la campaña por la candidatura al Gobierno del Estado ya ha empezado, pero que primero hay que salir airosos del 2012.
Sin embargo, el costo político para García es al momento poco alentador, pues no llega a la candidatura con la solidez y presencia que el hecho de haber sido rector le daba. Su “candidatura ciudadana” no deja de ser un acto de simulación, pues de acuerdo con las palabras del propio García, su candidatura fue el resultado de un convenio con el gobernador.
Por lo pronto, en este período de intercampaña, el ex rector no tiene de otra sino de esperar a que la tregua no se rompa y que nuevas revelaciones acerca de su actividad política desde la universidad, no queden al descubierto.
Lo mejor que le puede pasar es que se inicie la campaña y entonces, la guerra sucia termine para abrirla en su caso, pero contra su adversario más importante, el senador con licencia Alejandro Zapata Perogordo.
“Una campaña implica también un proceso intenso de investigación, proselitismo, comunicación, organización y movilización electoral realizada por los candidatos con el fin, por un lado, de obtener el voto mayoritario de los votantes por conseguir un cargo de elección y, por el otro de evitar que los opositores obtengan el cargo de representación pública. Es decir, implica un frente de atracción de votos y otro de rechazo de sufragios para sus opositores”, refiere el investigador de la U de G.
Por eso, al candidato de la coalición PVEM-PRI, le urge entrar a otro ámbito político y ya en campaña, lograr que ya no se hable para mal de él sino de sus adversarios.
Como quiera que sea, la guerra sucia de García no deja de ser un hecho consustancial a la política electoral, pero llama la atención que el embate para el rector le haya provocado una mengua importante en sus bonos ciudadanos.
Lo que le ocurrió no tiene comparación alguna con otras que si son guerras sucias reales y devastadoras, como aquella que emprendió el gobierno de Vicente Fox, el PAN y los empresarios nacionales en contra de Manuel López Obrador.
Lo de García no deja de ser apenas un entremés.
Marzo 14, 2012
En sus escasos días como político raso, Mario García Valdez ya es candidato y al mismo tiempo es veterano de guerra. De su primera batalla ha regresado con más pena que gloria y con altos costos, logró su objetivo de desembarcar en la capital como cabeza de coalición partidista electoral.
El ex rector movido por la tentación de ocupar territorios allende los espacios universitarios, hizo con ello la guerra sin saber a quien. Sus meras aspiraciones significaron una declaración de lanzar espadas y así se inició la llamada “guerra sucia”.
Ahora precandidato coalicionista, rompió lanzas desde que era rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y desde ese momento, la guerra interna en el Partido Revolucionario Institucional se inició.
Tal vez en su pacífico despacho de rectoría en el edifico central de la UASLP, no llegó a pensar que la trinchera le sería insuficiente para evitar bajas en sus aspiraciones.
No fue así.
Desde antes del 27 de febrero cuando presentó su renuncia al cargo para el que le restaban únicamente seis semanas, ya se habían abierto las baterías en su contra. Ni el Comité Municipal del PRI capitalino ni el grupo de Victoria Labastida le querían como candidato.
No era nada personal, era sólo que los trazos de futuro político que se había ya planteado García Valdez, tenían la misma trayectoria de los planes que Victoria Labastida tenía acerca de su porvenir.
Al rector le latía su “corazoncito” para el 2015, pero para su infortunio, a la ex alcaldesa y ahora candidata al Senado esa fecha en que se elegirá gobernador también anida apasionados latidos de su corazón.
Entonces se vio que no había razón para tener en el universitario a un aliado si más temprano que tarde empezaría a trabajar desde palacio, por esa apetecible candidatura que desde ahora, parece ya quitarle el sueño a algunos entre ellos, a García y Labastida.
Dicen los que saben, como es el caso de Andrés Valdez Zepeda, Investigador de la Universidad de Guadalajara, que en coyunturas electorales, candidatos y partidos no solo diseñan estrategias que los muestren como la mejor oferta política, sino que también, elaboran estrategias para disminuir al contrario.
Eso le ocurrió a García, quien pese a formar parte de la institución académica de orden público más prestigiada de la entidad, desconocía que una campaña electoral empieza desde el interior de los partidos y que es más cruenta, incluso, que las campañas constitucionales.
Empezó la guerra sucia con los espectaculares, a la que le siguió una carta a través de correos electrónicos dirigida a personal administrativo y académico de la universidad, en la que se le acusaba de lo mismo que con los espectaculares: de hacer uso de la universidad para sus fines políticos.
La guerra sucia continuó y apareció el blog ElRectorSLP en el que se difundió un audio en el que el entonces rector, desnudaba con crudeza su personalidad.
García le tundió al gobernador, al tricolor del que ahora es candidato y con un talante de político sobrado que creyendo que las puede todas, confesó que su corazoncito está puesto en el 2015.
Más allá del lenguaje procaz utilizado con su interlocutor, el aún rector describió como su candidatura ya había sido acordada con el gobernador y que por tanto, no se explicaba las razones por las que no acababan de una vez por todas en uncirlo candidato.
Ya para entonces, García estaba en plena guerra sucia y parecía no percatarse de ello.
El viernes y domingo pasado, cuando fue presentado como candidatos en el Partido Verde y luego en el Revolucionario Institucional, definió su penar como parte de esa guerra sucia que por lo general se presenta cuando le tienen temor a caras nuevas en la política.
Dice Valdez Zepeda que en México, “las campañas se tornan en verdaderas confrontaciones entre candidatos y partidos por la disputa del poder, utilizando una serie de técnicas, estrategias, conocimientos y tecnologías existentes en el mercado”.
En ese sentido, la guerra sucia ha alzando una tregua, pues se ha entendido que primero hay que ganar la presidencia municipal y el escaño en el senado, para que luego, ya entonces, se reinicien hostilidades.
Se parece haber entendido en el fuero priísta y en palacio de gobierno, que la campaña por la candidatura al Gobierno del Estado ya ha empezado, pero que primero hay que salir airosos del 2012.
Sin embargo, el costo político para García es al momento poco alentador, pues no llega a la candidatura con la solidez y presencia que el hecho de haber sido rector le daba. Su “candidatura ciudadana” no deja de ser un acto de simulación, pues de acuerdo con las palabras del propio García, su candidatura fue el resultado de un convenio con el gobernador.
Por lo pronto, en este período de intercampaña, el ex rector no tiene de otra sino de esperar a que la tregua no se rompa y que nuevas revelaciones acerca de su actividad política desde la universidad, no queden al descubierto.
Lo mejor que le puede pasar es que se inicie la campaña y entonces, la guerra sucia termine para abrirla en su caso, pero contra su adversario más importante, el senador con licencia Alejandro Zapata Perogordo.
“Una campaña implica también un proceso intenso de investigación, proselitismo, comunicación, organización y movilización electoral realizada por los candidatos con el fin, por un lado, de obtener el voto mayoritario de los votantes por conseguir un cargo de elección y, por el otro de evitar que los opositores obtengan el cargo de representación pública. Es decir, implica un frente de atracción de votos y otro de rechazo de sufragios para sus opositores”, refiere el investigador de la U de G.
Por eso, al candidato de la coalición PVEM-PRI, le urge entrar a otro ámbito político y ya en campaña, lograr que ya no se hable para mal de él sino de sus adversarios.
Como quiera que sea, la guerra sucia de García no deja de ser un hecho consustancial a la política electoral, pero llama la atención que el embate para el rector le haya provocado una mengua importante en sus bonos ciudadanos.
Lo que le ocurrió no tiene comparación alguna con otras que si son guerras sucias reales y devastadoras, como aquella que emprendió el gobierno de Vicente Fox, el PAN y los empresarios nacionales en contra de Manuel López Obrador.
Lo de García no deja de ser apenas un entremés.