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¡Cómo te atreves!
Segunda y última parte
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Octubre 31, 2010
El martes 7 de julio de 2009, el presidente del Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPC), Rodolfo Aguilar Gallegos, intimidado por las presiones que los priístas ejercían sobre él por el caos electoral que había provocado, convocaba a una rueda de prensa en una informal cafetería para anunciar que el candidato del PRI al gobierno del Estado, Fernando Toranzo Fernández, había ganado la elección del domingo anterior porque según sus números mantenía una ventaja irreversible del tres por ciento sobre Alejandro Zapata Perogordo, su competidor más cercano.
Esa misma noche Joaquín López-Dóriga iniciaba su noticiero con esta información que no había sido autorizada por los otros integrantes del CEEPC, con los que Aguilar Gallegos había hecho el compromiso de iniciar de cero el cómputo y darlo a conocer hasta el siguiente domingo en el que se reunirían para publicar los resultados oficiales de la elección. El descrédito que habían sufrido las autoridades electorales potosinas a nivel nacional por el error o manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), era imperdonable. Eran el hazme reír de todos, pues cuando el cómputo de casillas apenas llegaba al 63.83%, se reflejaba ya una votación de 1,756,306 sufragios, considerando que el padrón completo en todo el estado registraba a un total de 1,736,207 electores.
Unas horas antes de que Aguilar Gallegos convocara a la prensa, se había reunido en la residencia de un poderoso empresario de la ciudad, con el gobernador Marcelo de los Santos, con Toranzo y su futuro jefe de asesores, Juan José Rodríguez, y con el anfitrión que les había facilitado el inmueble, quienes lo forzaron a que convocara de inmediato a todos los medios de comunicación que estaban a la expectativa para comunicarles que el candidato del PRI había ganado la elección, pues de lo contrario promoverían su desafuero para cesarlo del cargo. La crisis de credibilidad que sus torpezas le habían inferido al organismo que presidía por las cifras que presentó ponía en peligro la estabilidad y paz del estado.
Como habíamos pronosticado en la primera parte de este trabajo, Aguilar Gallegos no fue incluido en la lista de los 17 finalistas entre los que el Pleno de la Cámara de Diputados elegirá a los 3 nuevos consejeros. Quedó rezagado en los últimos lugares y sus antecedentes exhibidos a nivel nacional. Los integrantes de la Comisión de Gobernación que calificaron las solicitudes se pudieron enterar que el Consejo es él; que es un funcionario que maneja a su antojo el presupuesto que se le confía año tras año, y que a pesar de que no contaba con una partida presupuestal se atrevió a iniciar la construcción de su edificio que se caracteriza por su mal gusto y sus vicios estructurales. Se enteraron que es un encubridor que obstaculizó y regateó la información solicitada por Rafael Aguilar Fuentes y otros seguidores del doctor Salvador Nava; y que obtuvieron hasta que la justicia federal le ordenó que se las liberara. Solo así supimos del desvío de dinero y la disposición fraudulenta de los recursos del financiamiento público que manejan los políticos encargados de las chequeras. No les quedó la menor duda que Aguilar Gallegos es un trepador sin escrúpulos que toleró el rechazo y desprecio del ex gobernador del Estado, que no lo quería en esa posición; y que tuvo que esperar meses de prolongadas antesalas para que finalmente lo recibiera en su despacho. Su designación fue uno de los asuntos que más lo han contrariado, y probablemente el único nombramiento que se le salió de control. A pesar de lo anterior, fue tal su sumisión al titular del Poder Ejecutivo, que sus propuestas para reformar la Ley Electoral del Estado en el 2007 se las entregó en su oficina antes de consensuarlas con el resto de los consejeros.
Los diputados federales supieron que Aguilar Gallegos es un funcionario que saltó sin ningún pudor de la presidencia de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública, a la que acababa de acceder, a la presidencia del CEEPC para consolidar su “proyectito”. Una de las actuaciones más perversas que se le conoce fue cuando engatusó al rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Mario García Valdés, que en un acto de ingenuidad o protagonismo lo acompañó al día siguiente de la elección, cuando todo era confusión y mentiras, para que ante los medios de comunicación responsabilizara del error o manipulación del PREP a los técnicos universitarios que había contratado el Consejo Electoral, sin reparar que Aguilar Gallegos era el responsable político de la operación y que pudo detener a tiempo el conteo al advertir que las cifras se disparaban hasta alcanzar resultados atípicos. El prestigio universitario quedó pisoteado.
Los integrantes de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados también se enteraron que en la nómina del CEEPC tenía a una cuñada de Alejandro Zapata Perogordo, que se desempeñaba como auditora externa, en un momento en el que había que revisar sus gastos de campaña con especial imparcialidad porque estaba compitiendo en la elección interna de su partido para la gubernatura del estado. Un conocido periodista que vilipendiaba al “chiquilín” con sus caricaturas recibía pagos por concepto de asesoría. Éste navista se caracteriza por sus acérrimas críticas al presidente concejal. La CEGAIP tuvo que ordenarle que nos proporcionara los nombres de las personas que financiaron las campañas de Zapata y Toranzo porque se negaba a. entregarnos esa información que por su naturaleza es pública. No se atrevió a sancionar al ex gobernador de los Santos cuando se denunció que su administración no había retirado los espectaculares de sus obras que exhibía en plena contienda electoral. Cualquier lector puede consultar en www.proyectotabano.com.mx el largo historial de las fechorías de este trepador que en unos dos meses desaparecerá para siempre del escenario político del estado.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Octubre 31, 2010
El martes 7 de julio de 2009, el presidente del Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPC), Rodolfo Aguilar Gallegos, intimidado por las presiones que los priístas ejercían sobre él por el caos electoral que había provocado, convocaba a una rueda de prensa en una informal cafetería para anunciar que el candidato del PRI al gobierno del Estado, Fernando Toranzo Fernández, había ganado la elección del domingo anterior porque según sus números mantenía una ventaja irreversible del tres por ciento sobre Alejandro Zapata Perogordo, su competidor más cercano.
Esa misma noche Joaquín López-Dóriga iniciaba su noticiero con esta información que no había sido autorizada por los otros integrantes del CEEPC, con los que Aguilar Gallegos había hecho el compromiso de iniciar de cero el cómputo y darlo a conocer hasta el siguiente domingo en el que se reunirían para publicar los resultados oficiales de la elección. El descrédito que habían sufrido las autoridades electorales potosinas a nivel nacional por el error o manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), era imperdonable. Eran el hazme reír de todos, pues cuando el cómputo de casillas apenas llegaba al 63.83%, se reflejaba ya una votación de 1,756,306 sufragios, considerando que el padrón completo en todo el estado registraba a un total de 1,736,207 electores.
Unas horas antes de que Aguilar Gallegos convocara a la prensa, se había reunido en la residencia de un poderoso empresario de la ciudad, con el gobernador Marcelo de los Santos, con Toranzo y su futuro jefe de asesores, Juan José Rodríguez, y con el anfitrión que les había facilitado el inmueble, quienes lo forzaron a que convocara de inmediato a todos los medios de comunicación que estaban a la expectativa para comunicarles que el candidato del PRI había ganado la elección, pues de lo contrario promoverían su desafuero para cesarlo del cargo. La crisis de credibilidad que sus torpezas le habían inferido al organismo que presidía por las cifras que presentó ponía en peligro la estabilidad y paz del estado.
Como habíamos pronosticado en la primera parte de este trabajo, Aguilar Gallegos no fue incluido en la lista de los 17 finalistas entre los que el Pleno de la Cámara de Diputados elegirá a los 3 nuevos consejeros. Quedó rezagado en los últimos lugares y sus antecedentes exhibidos a nivel nacional. Los integrantes de la Comisión de Gobernación que calificaron las solicitudes se pudieron enterar que el Consejo es él; que es un funcionario que maneja a su antojo el presupuesto que se le confía año tras año, y que a pesar de que no contaba con una partida presupuestal se atrevió a iniciar la construcción de su edificio que se caracteriza por su mal gusto y sus vicios estructurales. Se enteraron que es un encubridor que obstaculizó y regateó la información solicitada por Rafael Aguilar Fuentes y otros seguidores del doctor Salvador Nava; y que obtuvieron hasta que la justicia federal le ordenó que se las liberara. Solo así supimos del desvío de dinero y la disposición fraudulenta de los recursos del financiamiento público que manejan los políticos encargados de las chequeras. No les quedó la menor duda que Aguilar Gallegos es un trepador sin escrúpulos que toleró el rechazo y desprecio del ex gobernador del Estado, que no lo quería en esa posición; y que tuvo que esperar meses de prolongadas antesalas para que finalmente lo recibiera en su despacho. Su designación fue uno de los asuntos que más lo han contrariado, y probablemente el único nombramiento que se le salió de control. A pesar de lo anterior, fue tal su sumisión al titular del Poder Ejecutivo, que sus propuestas para reformar la Ley Electoral del Estado en el 2007 se las entregó en su oficina antes de consensuarlas con el resto de los consejeros.
Los diputados federales supieron que Aguilar Gallegos es un funcionario que saltó sin ningún pudor de la presidencia de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública, a la que acababa de acceder, a la presidencia del CEEPC para consolidar su “proyectito”. Una de las actuaciones más perversas que se le conoce fue cuando engatusó al rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Mario García Valdés, que en un acto de ingenuidad o protagonismo lo acompañó al día siguiente de la elección, cuando todo era confusión y mentiras, para que ante los medios de comunicación responsabilizara del error o manipulación del PREP a los técnicos universitarios que había contratado el Consejo Electoral, sin reparar que Aguilar Gallegos era el responsable político de la operación y que pudo detener a tiempo el conteo al advertir que las cifras se disparaban hasta alcanzar resultados atípicos. El prestigio universitario quedó pisoteado.
Los integrantes de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados también se enteraron que en la nómina del CEEPC tenía a una cuñada de Alejandro Zapata Perogordo, que se desempeñaba como auditora externa, en un momento en el que había que revisar sus gastos de campaña con especial imparcialidad porque estaba compitiendo en la elección interna de su partido para la gubernatura del estado. Un conocido periodista que vilipendiaba al “chiquilín” con sus caricaturas recibía pagos por concepto de asesoría. Éste navista se caracteriza por sus acérrimas críticas al presidente concejal. La CEGAIP tuvo que ordenarle que nos proporcionara los nombres de las personas que financiaron las campañas de Zapata y Toranzo porque se negaba a. entregarnos esa información que por su naturaleza es pública. No se atrevió a sancionar al ex gobernador de los Santos cuando se denunció que su administración no había retirado los espectaculares de sus obras que exhibía en plena contienda electoral. Cualquier lector puede consultar en www.proyectotabano.com.mx el largo historial de las fechorías de este trepador que en unos dos meses desaparecerá para siempre del escenario político del estado.