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Los Presidenciales
Tercera parte
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Febrero 26, 2011
Es muy difícil recuperar la estima y confianza de aquellos mexicanos que en el 2006 apoyaban a Andrés Manuel López Obrador y que dejaron de hacerlo por la violencia mediática que se desató en su contra. Los daños morales y políticos que le ocasionó esa intensa campaña de calumnias y descalificaciones no son fáciles de borrar. Es necesario aplicar medidas extremas e inteligentes como las que está implementando el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que lo postula para la presidencia de la República, para desvanecer tanta animadversión.
Entre las acciones que está tomando podemos citar las siguientes: presentar una izquierda unida y constructiva; dar a conocer los nombres y antecedentes de las personas que está invitando a formar parte de su gobierno para que quede claro que ni los bejaranos, ni los chuchos, ni ninguno de los miembros de las tribus de los partidos que lo postulan estará entre ese selecto grupo de funcionarios; bajarle el tono belicoso a sus discursos para atraer a ese sector de electores conservadores que aspiran a un cambio, pero siempre y cuando se dé de manera pacífica y sin sobresaltos; alentar valores morales de convivencia ciudadana; y sumar empresarios a su causa; pero sobre todo, para tener éxito en esta ocasión, se requiere del compromiso y trabajo de sus leales simpatizantes, de su enorme base social, para que cada uno de nosotros convenza por lo menos a otro elector a que vote por el tabasqueño el primer domingo de julio, y si es posible acompañarlo a las urnas. Sólo así se multiplicaría el número de votos, insuficientes hasta hoy, que lo llevaría a ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo.
La guerra de las encuestas se ha desatado. Los resultados parecen estar hechos a la medida y gusto del que las ordena y paga. La de Covarrubias y Asociados ubica al candidato de la izquierda en el segundo lugar con el 30% de los votos. Mitofsky y El Universal sólo le reconocen el 20%. La que acaba de dar a conocer Felipe Calderón lanza a la candidata del PAN a 4 puntos de distancia de Peña Nieto. Aunque algunas de estas cifras nos podrían parecer alentadoras, debemos desecharlas, pero creo que nos pueden dar una idea de que las preferencias en este momento no favorecen a López Obrador, y que sólo con el empeño y promoción de sus seguidores podemos remontarlas hasta el primer sitio. Los millones de mexicanos indecisos serán el factor determinante para lograr ese objetivo. López Obrador debe aprovechar todos los espacios disponibles en los medios de comunicación para dirigirse a ese grupo de electores y a los que rara vez votan, para exponerles con claridad y argumentos la manera cómo reconstruiría las instituciones del país. Cómo generaría desde la inteligencia y la razón, y no desde la brutalidad con la que se conduce este gobierno, una solución para reducir a las organizaciones criminales, así como un proyecto viable para acortar la brecha de las diferencias sociales. Es el único candidato que garantiza un verdadero cambio en la vida política del país.
Creo que no ha habido ningún otro dirigente político en la historia contemporánea de México que haya tenido el liderazgo y el poder de convocatoria que tiene López Obrador. Es el único que ha podido concentrar en varios de sus eventos a más de un millón de mexicanos, como ocurrió con la marcha del desafuero y cuando llamó a la población a protestar por el fraude electoral. Ese día, si en lugar de tomar Reforma, le hubiera pedido a la gente que bloqueara Palacio Nacional y cerrara las vías de acceso a la Ciudad de México, estoy seguro que lo hubieran obedecido, aunque claro, a un precio muy alto de muertos y heridos que hubieran convulsionado al país. López Obrador es un político responsable, austero, serio, práctico y seductor; y agregaría que distante y desconfiado porque raramente sonríe y poco familiariza con sus interlocutores. Su lado afectivo es impenetrable. Son contados los potosinos a los que distingue con su amistad: la viuda del doctor Salvador Nava, a quien cada vez que puede la visita en su domicilio, como un gesto de gratitud y reconocimiento a su esposo, que unos meses antes de morir, en enero de 1992, ya enfermo y cansado, se trasladó hasta Puebla para recibirlo y alentarlo en su “Éxodo por la Democracia”, que tenía como objetivo llegar a la Ciudad de México para protestar por los abusos de las autoridades tabasqueñas. En esa ocasión un pequeño grupo de navistas tuvimos la oportunidad de acompañar al doctor y conocer a ese carismático personaje que se iniciaba en la vida política nacional. Otro potosino que escucha y aprecia es el abogado Juan Ramiro Robledo, que coordinó su campaña en el 2006, así como al doctor en derecho y promotor de juicios populares, Ernesto Sánchez Aguilar. Otros activistas huastecos, como Primo Dothé y Domingo Rodríguez Martell han tenido relación con el candidato. Su amigo y representante en San Luis, desde hace 6 años, ha sido el doctor Pedro Zenteno, coordinador de MORENA en la entidad. A Eugenio Govea, antipejista rabioso cuando era miembro del PAN, lo tiene que soportar porque es el dirigente estatal de uno de los partidos políticos que lo postula. Con los Gallardo de Soledad, padre e hijo, pinta su raya cada vez que puede.
Andrés Manuel es un buen orador, convincente y accesible, que cautiva a su auditorio. Pocas veces trata asuntos locales en los eventos que celebra en los pueblos y cabeceras municipales. Sus planteamientos son nacionales. Sabe manejar a las multitudes que lo siguen devotamente. En ninguna de sus multitudinarias concentraciones hemos visto actos de pillaje y desórdenes, ni siquiera vidrios rotos o pintas en las paredes. El plantón de Reforma fue un mal menor para evitar uno mayor. Era tal el encabronamiento de sus seguidores por el fraude electoral que si en esa ocasión no les hubiera dado una salida a sus frustraciones, quién sabe qué hubiera ocurrido; aunque, lamentablemente, las presiones no fueron suficientes para obligar a Calderón, que se coludió con los priistas, a que aceptara contar voto por voto y casilla por casilla.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Febrero 26, 2011
Es muy difícil recuperar la estima y confianza de aquellos mexicanos que en el 2006 apoyaban a Andrés Manuel López Obrador y que dejaron de hacerlo por la violencia mediática que se desató en su contra. Los daños morales y políticos que le ocasionó esa intensa campaña de calumnias y descalificaciones no son fáciles de borrar. Es necesario aplicar medidas extremas e inteligentes como las que está implementando el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que lo postula para la presidencia de la República, para desvanecer tanta animadversión.
Entre las acciones que está tomando podemos citar las siguientes: presentar una izquierda unida y constructiva; dar a conocer los nombres y antecedentes de las personas que está invitando a formar parte de su gobierno para que quede claro que ni los bejaranos, ni los chuchos, ni ninguno de los miembros de las tribus de los partidos que lo postulan estará entre ese selecto grupo de funcionarios; bajarle el tono belicoso a sus discursos para atraer a ese sector de electores conservadores que aspiran a un cambio, pero siempre y cuando se dé de manera pacífica y sin sobresaltos; alentar valores morales de convivencia ciudadana; y sumar empresarios a su causa; pero sobre todo, para tener éxito en esta ocasión, se requiere del compromiso y trabajo de sus leales simpatizantes, de su enorme base social, para que cada uno de nosotros convenza por lo menos a otro elector a que vote por el tabasqueño el primer domingo de julio, y si es posible acompañarlo a las urnas. Sólo así se multiplicaría el número de votos, insuficientes hasta hoy, que lo llevaría a ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo.
La guerra de las encuestas se ha desatado. Los resultados parecen estar hechos a la medida y gusto del que las ordena y paga. La de Covarrubias y Asociados ubica al candidato de la izquierda en el segundo lugar con el 30% de los votos. Mitofsky y El Universal sólo le reconocen el 20%. La que acaba de dar a conocer Felipe Calderón lanza a la candidata del PAN a 4 puntos de distancia de Peña Nieto. Aunque algunas de estas cifras nos podrían parecer alentadoras, debemos desecharlas, pero creo que nos pueden dar una idea de que las preferencias en este momento no favorecen a López Obrador, y que sólo con el empeño y promoción de sus seguidores podemos remontarlas hasta el primer sitio. Los millones de mexicanos indecisos serán el factor determinante para lograr ese objetivo. López Obrador debe aprovechar todos los espacios disponibles en los medios de comunicación para dirigirse a ese grupo de electores y a los que rara vez votan, para exponerles con claridad y argumentos la manera cómo reconstruiría las instituciones del país. Cómo generaría desde la inteligencia y la razón, y no desde la brutalidad con la que se conduce este gobierno, una solución para reducir a las organizaciones criminales, así como un proyecto viable para acortar la brecha de las diferencias sociales. Es el único candidato que garantiza un verdadero cambio en la vida política del país.
Creo que no ha habido ningún otro dirigente político en la historia contemporánea de México que haya tenido el liderazgo y el poder de convocatoria que tiene López Obrador. Es el único que ha podido concentrar en varios de sus eventos a más de un millón de mexicanos, como ocurrió con la marcha del desafuero y cuando llamó a la población a protestar por el fraude electoral. Ese día, si en lugar de tomar Reforma, le hubiera pedido a la gente que bloqueara Palacio Nacional y cerrara las vías de acceso a la Ciudad de México, estoy seguro que lo hubieran obedecido, aunque claro, a un precio muy alto de muertos y heridos que hubieran convulsionado al país. López Obrador es un político responsable, austero, serio, práctico y seductor; y agregaría que distante y desconfiado porque raramente sonríe y poco familiariza con sus interlocutores. Su lado afectivo es impenetrable. Son contados los potosinos a los que distingue con su amistad: la viuda del doctor Salvador Nava, a quien cada vez que puede la visita en su domicilio, como un gesto de gratitud y reconocimiento a su esposo, que unos meses antes de morir, en enero de 1992, ya enfermo y cansado, se trasladó hasta Puebla para recibirlo y alentarlo en su “Éxodo por la Democracia”, que tenía como objetivo llegar a la Ciudad de México para protestar por los abusos de las autoridades tabasqueñas. En esa ocasión un pequeño grupo de navistas tuvimos la oportunidad de acompañar al doctor y conocer a ese carismático personaje que se iniciaba en la vida política nacional. Otro potosino que escucha y aprecia es el abogado Juan Ramiro Robledo, que coordinó su campaña en el 2006, así como al doctor en derecho y promotor de juicios populares, Ernesto Sánchez Aguilar. Otros activistas huastecos, como Primo Dothé y Domingo Rodríguez Martell han tenido relación con el candidato. Su amigo y representante en San Luis, desde hace 6 años, ha sido el doctor Pedro Zenteno, coordinador de MORENA en la entidad. A Eugenio Govea, antipejista rabioso cuando era miembro del PAN, lo tiene que soportar porque es el dirigente estatal de uno de los partidos políticos que lo postula. Con los Gallardo de Soledad, padre e hijo, pinta su raya cada vez que puede.
Andrés Manuel es un buen orador, convincente y accesible, que cautiva a su auditorio. Pocas veces trata asuntos locales en los eventos que celebra en los pueblos y cabeceras municipales. Sus planteamientos son nacionales. Sabe manejar a las multitudes que lo siguen devotamente. En ninguna de sus multitudinarias concentraciones hemos visto actos de pillaje y desórdenes, ni siquiera vidrios rotos o pintas en las paredes. El plantón de Reforma fue un mal menor para evitar uno mayor. Era tal el encabronamiento de sus seguidores por el fraude electoral que si en esa ocasión no les hubiera dado una salida a sus frustraciones, quién sabe qué hubiera ocurrido; aunque, lamentablemente, las presiones no fueron suficientes para obligar a Calderón, que se coludió con los priistas, a que aceptara contar voto por voto y casilla por casilla.