Inicio / Quiénes somos / De mano en mano / Contacto
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
Documentos / Reportes / Colaboradores / Guías y formatos / Legislación / Sitios de interés
Pérdidas y ganancias
PRIMERA PARTE
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Julio 8, 2012
Alejandro Zapata Perogordo perdió la presidencia municipal por confiado pues todavía la noche anterior a la jornada electoral se atenía a las últimas encuestas que le habían entregado en las que superaba con 8 puntos porcentuales al candidato del PRI. Desaprovechó los espacios que tenía a su disposición para denunciar –una y otra vez- con cifras y datos precisos los ilícitos y abusos de la administración que preside Victoria Labastida, y marcar de esta manera la agenda electoral para asegurar las preferencias de los potosinos. También perdió porque no se animó a criticar el desempeño del gobernador del Estado que reprueba la mayoría de los electores que habitan en la capital, como quedó demostrado con los resultados electorales del 1 de julio, en los que 3 de los 4 distritos locales de la ciudad fueron ganados por los candidatos a diputados de Acción Nacional, así como los dos distritos federales ubicados en esta misma plaza y las dos senadurías. El candidato del PAN a la presidencia municipal pudo habernos advertido que la situación financiera del Ayuntamiento es insostenible y que sólo con un régimen de honestidad, disciplina y austeridad en el gasto público podría rescatarse, para que de esta manera su eslogan de campaña: “Una Ciudad Diferente”, tuviera algún sentido.
No capitalizó el problema que más angustia a los potosinos: el de la inseguridad pública, en el que el municipio no pone nada de su parte para resolverlo. Creyó como hace tres años que la mayoría de los electores lo favorecerían con su voto y que podría llevársela tranquilo e ignorar los ataques de sus adversarios. También perdió porque no se atrevió a denunciar los excesos de su contrincante al utilizar los espacios universitarios para su promoción personal, ni denunció que el ex rector rebasó con mucho los topes autorizados para los gastos de campaña. Con todo el material que tenía a su disposición los podía haber hecho trizas, y no lo hizo. La presencia del priista en los medios de comunicación y en los espectaculares que sembró por todos los rumbos de la ciudad, ofreciendo obras y acciones que sabe que no podrá cumplir, opacaron la presencia del panista que hasta pobre y pequeño se vio. También perdió porque no amarró alianzas con los grupos que podían haberle sumado votos, como Conciencia Popular, en lugar del Panal que instruyó a los maestros para que votaran por Mario García, y porque presentó una planilla en la que varios de sus integrantes parecía que los había sacado de un baile de las Rosas del Club Deportivo Potosino o de los Lanceros de La Lonja. Muchos panistas se sintieron excluidos y lo dejaron sólo. La carrera política del ex senador termina con esta nueva derrota.
Alejandro Zapata debe pelear para que el Consejo Estatal Electoral, o en su caso, los tribunales electorales ordene la apertura de todos los paquetes y se cuenten los votos porque es muy extraño que en la elección federal de la capital del estado existan casi 15,000 votos más que los que se depositaron en las urnas federales. No hay una explicación aceptable. También es atípico el tamaño del voto diferenciado de los potosinos a favor de Mario García Valdez al haber obtenido 35,743 votos más que Enrique Peña Nieto, y 39,869 más que los diputados del PRI y Verde juntos. Habría que revisar todos los votos nulos de la capital porque la suma de estos marca una diferencia de casi el doble de los votos que el ex rector le sacó a Zapata.
A Teófilo Torres Corzo lo desplazaron hasta el tercer sitio en el distrito VI de la capital, que abarca la mitad de la ciudad. El candidato de la Coalición del Movimiento Progresista, Fernando Silva Nieto, lo superó con casi 2 mil votos. El ex gobernador interino debe analizar fríamente qué tanto le pesó la carga de su compañera al haber conseguido tan penoso resultado, pero también debe observar que sólo el 19.47% de los que votaron ese domingo en la capital simpatizan con su persona. Los candidatos del PAN lo arrollaron en esta zona con más del doble de la votación que obtuvo. Pero lo más emblemático de este descontento fue la derrota del candidato del PRI a la presidencia de la República en la capital potosina que se quedó con el segundo lugar, apenas 9 mil votos por arriba de López Obrador. La derrota del hijo de Jorge Lozano en el distrito V local, por casi 5 mil votos, se debió en gran parte al cobró de las cuentas que tenía pendientes de pagar el ex alcalde con los seguidores más fieles de Alejandro Zapata que le dieron su voto a la candidata del PRI.
“Súper Mario” ganó la elección por los millones de pesos que le invirtieron a su campaña, los que más tarde tendrá que devolver a través de permisos y favores; por los cientos de becarios de la UASLP -voluntarios o forzados- que habilitaron como brigadistas y por las promesas de obras y acciones que sabe que no va a cumplir. Jugó bien su papel de candidato ciudadano. Tuvo la habilidad de deslindarse de los partidos políticos que lo postularon y formó un buen equipo de trabajo. Ante los electores marcó su raya con el gobernador del Estado y con otros perniciosos políticos que lo apadrinaron en su aventura. Horacio Sánchez Unzueta les impuso a los miembros de su planilla y una vez que asuma la alcaldía intentará manipularlo. Le ayudó mucho su carácter bonachón y amable para ganarse a la gente. Ahora viene la hora de la verdad, pues tendrá que administrar un municipio con enormes pasivos y compromisos que no le darán margen para mejorar los servicios municipales y menos para hacer obra pública. Su gestión será tan desgastante que cuando quiera saltar a la candidatura de su partido para la gubernatura del Estado será rechazado por la mayoría de los potosinos. Los años felices de la universidad monacal que le tocó dirigir se han terminado. Que no se nos olvide que su plataforma de lanzamiento fue una Universidad sin compromiso ni obra social, en la que el Consejo Directivo Universitario no cuestiona a los rectores y aprueba sin chistar todos los presupuestos de egresos y las cuentas que les presentan. La opacidad con la que se maneja se manifiesta en el contenido de las actas que se levantan de las sesiones de ese Consejo.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Julio 8, 2012
Alejandro Zapata Perogordo perdió la presidencia municipal por confiado pues todavía la noche anterior a la jornada electoral se atenía a las últimas encuestas que le habían entregado en las que superaba con 8 puntos porcentuales al candidato del PRI. Desaprovechó los espacios que tenía a su disposición para denunciar –una y otra vez- con cifras y datos precisos los ilícitos y abusos de la administración que preside Victoria Labastida, y marcar de esta manera la agenda electoral para asegurar las preferencias de los potosinos. También perdió porque no se animó a criticar el desempeño del gobernador del Estado que reprueba la mayoría de los electores que habitan en la capital, como quedó demostrado con los resultados electorales del 1 de julio, en los que 3 de los 4 distritos locales de la ciudad fueron ganados por los candidatos a diputados de Acción Nacional, así como los dos distritos federales ubicados en esta misma plaza y las dos senadurías. El candidato del PAN a la presidencia municipal pudo habernos advertido que la situación financiera del Ayuntamiento es insostenible y que sólo con un régimen de honestidad, disciplina y austeridad en el gasto público podría rescatarse, para que de esta manera su eslogan de campaña: “Una Ciudad Diferente”, tuviera algún sentido.
No capitalizó el problema que más angustia a los potosinos: el de la inseguridad pública, en el que el municipio no pone nada de su parte para resolverlo. Creyó como hace tres años que la mayoría de los electores lo favorecerían con su voto y que podría llevársela tranquilo e ignorar los ataques de sus adversarios. También perdió porque no se atrevió a denunciar los excesos de su contrincante al utilizar los espacios universitarios para su promoción personal, ni denunció que el ex rector rebasó con mucho los topes autorizados para los gastos de campaña. Con todo el material que tenía a su disposición los podía haber hecho trizas, y no lo hizo. La presencia del priista en los medios de comunicación y en los espectaculares que sembró por todos los rumbos de la ciudad, ofreciendo obras y acciones que sabe que no podrá cumplir, opacaron la presencia del panista que hasta pobre y pequeño se vio. También perdió porque no amarró alianzas con los grupos que podían haberle sumado votos, como Conciencia Popular, en lugar del Panal que instruyó a los maestros para que votaran por Mario García, y porque presentó una planilla en la que varios de sus integrantes parecía que los había sacado de un baile de las Rosas del Club Deportivo Potosino o de los Lanceros de La Lonja. Muchos panistas se sintieron excluidos y lo dejaron sólo. La carrera política del ex senador termina con esta nueva derrota.
Alejandro Zapata debe pelear para que el Consejo Estatal Electoral, o en su caso, los tribunales electorales ordene la apertura de todos los paquetes y se cuenten los votos porque es muy extraño que en la elección federal de la capital del estado existan casi 15,000 votos más que los que se depositaron en las urnas federales. No hay una explicación aceptable. También es atípico el tamaño del voto diferenciado de los potosinos a favor de Mario García Valdez al haber obtenido 35,743 votos más que Enrique Peña Nieto, y 39,869 más que los diputados del PRI y Verde juntos. Habría que revisar todos los votos nulos de la capital porque la suma de estos marca una diferencia de casi el doble de los votos que el ex rector le sacó a Zapata.
A Teófilo Torres Corzo lo desplazaron hasta el tercer sitio en el distrito VI de la capital, que abarca la mitad de la ciudad. El candidato de la Coalición del Movimiento Progresista, Fernando Silva Nieto, lo superó con casi 2 mil votos. El ex gobernador interino debe analizar fríamente qué tanto le pesó la carga de su compañera al haber conseguido tan penoso resultado, pero también debe observar que sólo el 19.47% de los que votaron ese domingo en la capital simpatizan con su persona. Los candidatos del PAN lo arrollaron en esta zona con más del doble de la votación que obtuvo. Pero lo más emblemático de este descontento fue la derrota del candidato del PRI a la presidencia de la República en la capital potosina que se quedó con el segundo lugar, apenas 9 mil votos por arriba de López Obrador. La derrota del hijo de Jorge Lozano en el distrito V local, por casi 5 mil votos, se debió en gran parte al cobró de las cuentas que tenía pendientes de pagar el ex alcalde con los seguidores más fieles de Alejandro Zapata que le dieron su voto a la candidata del PRI.
“Súper Mario” ganó la elección por los millones de pesos que le invirtieron a su campaña, los que más tarde tendrá que devolver a través de permisos y favores; por los cientos de becarios de la UASLP -voluntarios o forzados- que habilitaron como brigadistas y por las promesas de obras y acciones que sabe que no va a cumplir. Jugó bien su papel de candidato ciudadano. Tuvo la habilidad de deslindarse de los partidos políticos que lo postularon y formó un buen equipo de trabajo. Ante los electores marcó su raya con el gobernador del Estado y con otros perniciosos políticos que lo apadrinaron en su aventura. Horacio Sánchez Unzueta les impuso a los miembros de su planilla y una vez que asuma la alcaldía intentará manipularlo. Le ayudó mucho su carácter bonachón y amable para ganarse a la gente. Ahora viene la hora de la verdad, pues tendrá que administrar un municipio con enormes pasivos y compromisos que no le darán margen para mejorar los servicios municipales y menos para hacer obra pública. Su gestión será tan desgastante que cuando quiera saltar a la candidatura de su partido para la gubernatura del Estado será rechazado por la mayoría de los potosinos. Los años felices de la universidad monacal que le tocó dirigir se han terminado. Que no se nos olvide que su plataforma de lanzamiento fue una Universidad sin compromiso ni obra social, en la que el Consejo Directivo Universitario no cuestiona a los rectores y aprueba sin chistar todos los presupuestos de egresos y las cuentas que les presentan. La opacidad con la que se maneja se manifiesta en el contenido de las actas que se levantan de las sesiones de ese Consejo.