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Peor de lo que se imaginan
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Mayo 19, 2011
La situación financiera del municipio es mucho peor de lo que se imaginan los candidatos que pretenden suceder a la alcaldesa con licencia Victoria Labastida, a quien su buena estrella parece que le ha permitido superar todas las dificultades con las que se ha enfrentado para llegar al Senado. El que resulte electo deberá cuidar que en el proceso de entrega recepción no le maquillen los números ni le oculten los pasivos, o peor, que le desaparezcan los comprobantes de la contabilidad, como ocurrió en el Congreso del Estado en septiembre de 2003, cuando esta señora era Oficial Mayor y responsable de la guarda de esos documentos. Las cuentas que va a entregar son un desastre y el gasto corriente que heredará no le va a permitir al próximo presidente municipal realizar las obras y acciones que demandan los potosinos. Los compromisos y obligaciones que pesan sobre la hacienda pública son insoportables. Se requiere de un hábil administrador que ponga en orden las finanzas públicas, empezando por reducir a la mitad el número de empleados, suprimir los gastos superfluos y ajustar a la baja los que sean estrictamente necesarios. La austeridad y eficiencia deben ser las normas de conducta que rijan al siguiente gobierno.
Pagar una nómina de 5,061 trabajadores municipales, que es la cifra que reporta el informe final de la auditoría de la cuenta pública del 2010, –la última que se ha dado a conocer y que únicamente se puede consultar en la página electrónica de Proyecto Tábano- debe ser frustrante. Como también es decepcionante destinar todos los ingresos propios en pagar tan sólo una parte de las prestaciones de la burocracia que crece año tras año como si se tratara de un cáncer terminal. A este descomunal ejército de empleados habría que sumarle los que se contrataron durante el 2011 y 2012, más los que traiga consigo el nuevo presidente municipal. Una nómina de ese tamaño, la mayor de la entidad después de la del Gobierno del Estado, sería para que cualquier político responsable rehusara ocupar un cargo con ese lastre de obligaciones que no le da espacio para realizar obra pública ni mejorar los servicios que requiere la ciudad. ¿Qué caso tiene administrar un municipio en el que la totalidad de los ingresos propios que se recaudaron durante ese período, y que ascendieron a la suma de 578 millones 754 mil pesos, cubra apenas el 56.7% de los gastos destinados al pago de personal, gastos médicos y otras prestaciones sociales que sumaron 1 mil 22 millones de pesos? Los ingresos en el ejercicio 2010 alcanzaron los 2 mil 115 millones de pesos. Los del 2012 –que no lucen por ningún lado- están proyectados en 2 mil 532 millones. 417 millones más que lo que se recaudó en el 2010.
El próximo alcalde debe saber que la deuda pública a largo plazo andará por los 190 millones de pesos; que cuando tome posesión no habrá recursos para pagar los créditos a corto plazo que podrían ascender a más de 370 millones de pesos, y que deberían quedar cubiertos antes de que termine esta administración, pues los recursos que se tenían destinados para este fin no van a ingresar porque las subastas inmobiliarias que estaban proyectadas no se van a celebrar como consecuencia de la desconfianza provocada por los ilícitos en que incurrieron durante la primera subasta con la operación de los terrenos en los que se construye el condominio Monterra. Todavía está por verse si esta inmobiliaria cumple oportunamente con el compromiso de pagar los 150 millones que le adeuda al municipio. El que suceda a la priista debe estar enterado que también quedarán pendientes de pagar alrededor de 220 millones de pesos que se deberán a proveedores, acreedores diversos, impuestos por pagar, fondos ajenos, cadenas productivas y otros conceptos. Lo que haría un gran total de 780 millones de pasivos. Los números son aplastantes y no hay margen para solicitar más financiamientos pues la deuda pública no puede rebasar el 20% de los ingresos presupuestados.
El informe de la Auditoría Superior del Estado correspondiente a los 3 últimos meses del ejercicio 2009 y los 12 del 2010 vale más por los datos que se dan a conocer, y que todo candidato a la presidencia municipal debería analizar, que por las observaciones de los malos manejos que se señalan. Nos da un panorama del despilfarro en incurre la burocracia municipal con los recursos que se le confían y que en cualquier otra empresa serían motivo de despido de los administradores. Por ejemplo: se contabilizaron finiquitos y laudos laborales que tuvo que pagar el municipio por más de 10 millones 358 mil pesos, algunos hasta por 600 mil pesos. Los gastos médicos ascendieron a casi 169 millones de pesos. Sólo los de hospitalización alcanzaron los 74 millones. Los 71 millones 325 mil pesos que corresponden a pagos por concepto de impuesto sobre la renta a cargo de los trabajadores corrieron por cuenta del municipio. Para ubicar el tamaño de estas erogaciones es necesario mencionar que el impuesto predial –al que se le hace tanta alharaca- no alcanzó los 136 millones de pesos en esos 15 meses. Que por publicidad y propaganda se pagaron más de 9 millones 644 mil pesos. Siendo El Heraldo el que recibió la porción más grande del pastel: 756 mil 316 pesos. A Pulso, con mayor tiraje y penetración le correspondieron 581 mil 930 pesos.
La plantilla vehicular que está conformada por 1,131 unidades consumió combustibles por casi 53 millones de pesos. Un promedio de 3 mil 120 pesos mensuales por vehículo. 8 millones más de lo que se recaudó por las licencias de construcción. Por afinar un piano pagaron 110 mil 215 pesos que se utilizó en un evento en el patio central del Palacio Municipal. El concesionario de la basura “Red Recolector” cobró 86 millones de pesos por sus servicios. 13 millones menos de lo que ingresó por los traslados de dominio. Se compraron 12 caballos. Cada uno costó 65,333 pesos. Pero lo peor de todo serán los abusos y caprichos de los grandes fraccionadores y constructores que tendrá que servir el próximo presidente municipal, y quienes se han dado el lujo de colocar a sus incondicionales en puestos estratégicos de la administración pública. ¡Pobres San Luis! ¡Pobres potosinos!
Mayo 19, 2011
La situación financiera del municipio es mucho peor de lo que se imaginan los candidatos que pretenden suceder a la alcaldesa con licencia Victoria Labastida, a quien su buena estrella parece que le ha permitido superar todas las dificultades con las que se ha enfrentado para llegar al Senado. El que resulte electo deberá cuidar que en el proceso de entrega recepción no le maquillen los números ni le oculten los pasivos, o peor, que le desaparezcan los comprobantes de la contabilidad, como ocurrió en el Congreso del Estado en septiembre de 2003, cuando esta señora era Oficial Mayor y responsable de la guarda de esos documentos. Las cuentas que va a entregar son un desastre y el gasto corriente que heredará no le va a permitir al próximo presidente municipal realizar las obras y acciones que demandan los potosinos. Los compromisos y obligaciones que pesan sobre la hacienda pública son insoportables. Se requiere de un hábil administrador que ponga en orden las finanzas públicas, empezando por reducir a la mitad el número de empleados, suprimir los gastos superfluos y ajustar a la baja los que sean estrictamente necesarios. La austeridad y eficiencia deben ser las normas de conducta que rijan al siguiente gobierno.
Pagar una nómina de 5,061 trabajadores municipales, que es la cifra que reporta el informe final de la auditoría de la cuenta pública del 2010, –la última que se ha dado a conocer y que únicamente se puede consultar en la página electrónica de Proyecto Tábano- debe ser frustrante. Como también es decepcionante destinar todos los ingresos propios en pagar tan sólo una parte de las prestaciones de la burocracia que crece año tras año como si se tratara de un cáncer terminal. A este descomunal ejército de empleados habría que sumarle los que se contrataron durante el 2011 y 2012, más los que traiga consigo el nuevo presidente municipal. Una nómina de ese tamaño, la mayor de la entidad después de la del Gobierno del Estado, sería para que cualquier político responsable rehusara ocupar un cargo con ese lastre de obligaciones que no le da espacio para realizar obra pública ni mejorar los servicios que requiere la ciudad. ¿Qué caso tiene administrar un municipio en el que la totalidad de los ingresos propios que se recaudaron durante ese período, y que ascendieron a la suma de 578 millones 754 mil pesos, cubra apenas el 56.7% de los gastos destinados al pago de personal, gastos médicos y otras prestaciones sociales que sumaron 1 mil 22 millones de pesos? Los ingresos en el ejercicio 2010 alcanzaron los 2 mil 115 millones de pesos. Los del 2012 –que no lucen por ningún lado- están proyectados en 2 mil 532 millones. 417 millones más que lo que se recaudó en el 2010.
El próximo alcalde debe saber que la deuda pública a largo plazo andará por los 190 millones de pesos; que cuando tome posesión no habrá recursos para pagar los créditos a corto plazo que podrían ascender a más de 370 millones de pesos, y que deberían quedar cubiertos antes de que termine esta administración, pues los recursos que se tenían destinados para este fin no van a ingresar porque las subastas inmobiliarias que estaban proyectadas no se van a celebrar como consecuencia de la desconfianza provocada por los ilícitos en que incurrieron durante la primera subasta con la operación de los terrenos en los que se construye el condominio Monterra. Todavía está por verse si esta inmobiliaria cumple oportunamente con el compromiso de pagar los 150 millones que le adeuda al municipio. El que suceda a la priista debe estar enterado que también quedarán pendientes de pagar alrededor de 220 millones de pesos que se deberán a proveedores, acreedores diversos, impuestos por pagar, fondos ajenos, cadenas productivas y otros conceptos. Lo que haría un gran total de 780 millones de pasivos. Los números son aplastantes y no hay margen para solicitar más financiamientos pues la deuda pública no puede rebasar el 20% de los ingresos presupuestados.
El informe de la Auditoría Superior del Estado correspondiente a los 3 últimos meses del ejercicio 2009 y los 12 del 2010 vale más por los datos que se dan a conocer, y que todo candidato a la presidencia municipal debería analizar, que por las observaciones de los malos manejos que se señalan. Nos da un panorama del despilfarro en incurre la burocracia municipal con los recursos que se le confían y que en cualquier otra empresa serían motivo de despido de los administradores. Por ejemplo: se contabilizaron finiquitos y laudos laborales que tuvo que pagar el municipio por más de 10 millones 358 mil pesos, algunos hasta por 600 mil pesos. Los gastos médicos ascendieron a casi 169 millones de pesos. Sólo los de hospitalización alcanzaron los 74 millones. Los 71 millones 325 mil pesos que corresponden a pagos por concepto de impuesto sobre la renta a cargo de los trabajadores corrieron por cuenta del municipio. Para ubicar el tamaño de estas erogaciones es necesario mencionar que el impuesto predial –al que se le hace tanta alharaca- no alcanzó los 136 millones de pesos en esos 15 meses. Que por publicidad y propaganda se pagaron más de 9 millones 644 mil pesos. Siendo El Heraldo el que recibió la porción más grande del pastel: 756 mil 316 pesos. A Pulso, con mayor tiraje y penetración le correspondieron 581 mil 930 pesos.
La plantilla vehicular que está conformada por 1,131 unidades consumió combustibles por casi 53 millones de pesos. Un promedio de 3 mil 120 pesos mensuales por vehículo. 8 millones más de lo que se recaudó por las licencias de construcción. Por afinar un piano pagaron 110 mil 215 pesos que se utilizó en un evento en el patio central del Palacio Municipal. El concesionario de la basura “Red Recolector” cobró 86 millones de pesos por sus servicios. 13 millones menos de lo que ingresó por los traslados de dominio. Se compraron 12 caballos. Cada uno costó 65,333 pesos. Pero lo peor de todo serán los abusos y caprichos de los grandes fraccionadores y constructores que tendrá que servir el próximo presidente municipal, y quienes se han dado el lujo de colocar a sus incondicionales en puestos estratégicos de la administración pública. ¡Pobres San Luis! ¡Pobres potosinos!