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Suena bien
Segunda parte
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Diciembre 16, 2012
No convencen las medidas que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha estado tomando para reducir el poder que ejerce sobre la educación el sindicato que dirige la maestra Elba Esther Gordillo y menos convencen las propuestas de austeridad que ha anunciado. No son suficientes, me parecen timoratas y superficiales, y en el primer caso se corre el riego de que reaccione el animal herido, ataque y desestabilice al país con un paro general del magisterio. A las cucarachas hay que aplastarlas hasta que revienten pues de lo contrario se recuperan y levantan.
El Pacto por México -aunque suena bien- puede estar condenado al fracaso si su implementación continúa con este ritmo de mediocridades y simulaciones. Da la impresión que se trata de otra farsa en la que el ocupante de Los Pinos pretende legitimarse y ganar simpatías, pues mucho le pesa el resultado de una elección cuestionada en la que sólo uno de cada cuatro mexicanos inscritos en el padrón electoral votó por él. Es cierto que se han dado algunas señales de distanciamiento con la maestra y con el dueño de Televisa –los poderes fácticos del país como todos los califican-; con la primera, por no haber asistido al evento en el que se firmó la iniciativa de reforma educativa con la que el Estado pretende recuperar el control de la educación; y con el segundo, por el incidente que ocurrió en los patios del Palacio Nacional el día de la toma de posesión, cuando Peña Nieto anunció que se licitarían dos nuevas cadenas de televisión con cobertura nacional que le harían la competencia a las existentes. Jenaro Villamil de la revista “Proceso” narra en la edición del 9 de diciembre lo que ocurrió ese día: “…el presidente del Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean, se levantó de su asiento. Iba a marcharse del recinto del Palacio Nacional, en clara señal de disgusto. No obstante, Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa y su mano derecha, le sugirió que permaneciera sentado”. No me extrañaría que la licitación de las nuevas concesiones quedara reducida a un turbio arreglo en el que se adjudiquen estos bienes a los mismos concesionarios que actualmente controlan la basura de la televisión, aunque claro, con otras razones sociales y accionistas.
Otra señal de la descomposición de esta relación se dio hace una semana en el espacio que Televisa le dedicó a la ceremonia en la que se formalizó la iniciativa que crea el Instituto para la Evaluación de la Educación que se encargará de calificar el desempeño de los maestros; así como para que se concursen las plazas de maestros y directores de escuelas y se elabore un censo de todas las escuelas y maestros en ejercicio. El evento se difundió brevemente y hasta el final del noticiero de López-Dóriga, cuando los televidentes estaban agotados con la fastidiosa y repetitiva crónica del accidente aéreo en el que perdió la vida una cantante. Hasta hace unos cuantos días un anuncio presidencial de esta relevancia hubiera sido la primera y principal nota del programa que habría contado con un enorme auditorio de morbosos y dolientes que esperaban ver más detalles de la muerte de la artista. Es previsible que si la dueña del Panal pierde el control del Sindicato, algunos gobernadores intentarán sustituirla en los nuevos caciques del magisterio, siempre y cuando los dirigentes locales lo permitan.
La reforma educativa no establece los requisitos que deben reunir los secretarios de educación en los estados, por lo que seguirán siendo nombrados al capricho del gobernador en turno con la anuencia del sindicato si quiere evitar problemas con este gremio. La reforma no se adentra en un nuevo plan de estudios que garantice una educación útil y completa. No hay recursos para mejorar las instalaciones escolares y pagar actividades extraescolares; ni dinero para emprender una campaña que reduzca el rezago educativo. Las escuelas y universidades vomitan cada año a millones de estudiantes frustrados de todos los niveles que buscan colocarse en el subempleo o en trabajos mal remunerados. Las cifras del fracaso escolar hablan por sí solas: según datos oficiales, de cada 100 niños que inician su educación elemental, sólo 64 acaban la escuela primaria, 24 el bachillerato, 10 una licenciatura y apenas 2 o 3 concluyen un posgrado. El compromiso de déficit cero es una mentira pues para completar los gastos gubernamentales se tendrán que contratar nuevos y pesados préstamos por más de 401 mil millones de pesos. Trece veces el presupuesto de San Luis.
No pintan ni saben a nada las medidas de austeridad que Peña Nieto presume en su presupuesto de egresos, ni siquiera el ahorro de los 2 mil millones de pesos que representa el 5% de las remuneraciones que le rebajará a la alta burocracia, cuando la nómina del resto de los empleados federales tendrá un incremento de 40 mil millones de pesos que oculta en sus desplantes publicitarios. Si en lugar de esta reducción hubiera anunciado la desaparición de las 23 mil plazas de maestros comisionados en los sindicatos y partidos políticos que reciben una paga del Estado sin dar clases, podríamos –entonces- empezar a creer que su gobierno avanza en serio; o también si hubiera enviado a la Cámara de Diputados una iniciativa para cancelar la pensión vitalicio de que gozan los ex presidentes y reducir otros privilegios, como serían los 423 elementos de las fuerzas armadas que le permiten a Felipe Calderón y a su familia, ahora que dejó la presidencia, contar con un servicio de seguridad pública militar las 24 horas del día de los 365 días del año, y que él mismo estableció en la última semana de su mandato mediante una reforma ilegal que le hizo al reglamento del Estado Mayor Presidencial. El abuso y costo de estos beneficios es ofensivo. Sus guaruras son 4 veces más de los que cuidan a sus antecesores, por aquello de que el miedo no anda en burro y los fantasmas de sus victimas papalotean insistentemente sobre su cabeza.
Por EDUARDO MARTÍNEZ BENAVENTE
Diciembre 16, 2012
No convencen las medidas que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha estado tomando para reducir el poder que ejerce sobre la educación el sindicato que dirige la maestra Elba Esther Gordillo y menos convencen las propuestas de austeridad que ha anunciado. No son suficientes, me parecen timoratas y superficiales, y en el primer caso se corre el riego de que reaccione el animal herido, ataque y desestabilice al país con un paro general del magisterio. A las cucarachas hay que aplastarlas hasta que revienten pues de lo contrario se recuperan y levantan.
El Pacto por México -aunque suena bien- puede estar condenado al fracaso si su implementación continúa con este ritmo de mediocridades y simulaciones. Da la impresión que se trata de otra farsa en la que el ocupante de Los Pinos pretende legitimarse y ganar simpatías, pues mucho le pesa el resultado de una elección cuestionada en la que sólo uno de cada cuatro mexicanos inscritos en el padrón electoral votó por él. Es cierto que se han dado algunas señales de distanciamiento con la maestra y con el dueño de Televisa –los poderes fácticos del país como todos los califican-; con la primera, por no haber asistido al evento en el que se firmó la iniciativa de reforma educativa con la que el Estado pretende recuperar el control de la educación; y con el segundo, por el incidente que ocurrió en los patios del Palacio Nacional el día de la toma de posesión, cuando Peña Nieto anunció que se licitarían dos nuevas cadenas de televisión con cobertura nacional que le harían la competencia a las existentes. Jenaro Villamil de la revista “Proceso” narra en la edición del 9 de diciembre lo que ocurrió ese día: “…el presidente del Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean, se levantó de su asiento. Iba a marcharse del recinto del Palacio Nacional, en clara señal de disgusto. No obstante, Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa y su mano derecha, le sugirió que permaneciera sentado”. No me extrañaría que la licitación de las nuevas concesiones quedara reducida a un turbio arreglo en el que se adjudiquen estos bienes a los mismos concesionarios que actualmente controlan la basura de la televisión, aunque claro, con otras razones sociales y accionistas.
Otra señal de la descomposición de esta relación se dio hace una semana en el espacio que Televisa le dedicó a la ceremonia en la que se formalizó la iniciativa que crea el Instituto para la Evaluación de la Educación que se encargará de calificar el desempeño de los maestros; así como para que se concursen las plazas de maestros y directores de escuelas y se elabore un censo de todas las escuelas y maestros en ejercicio. El evento se difundió brevemente y hasta el final del noticiero de López-Dóriga, cuando los televidentes estaban agotados con la fastidiosa y repetitiva crónica del accidente aéreo en el que perdió la vida una cantante. Hasta hace unos cuantos días un anuncio presidencial de esta relevancia hubiera sido la primera y principal nota del programa que habría contado con un enorme auditorio de morbosos y dolientes que esperaban ver más detalles de la muerte de la artista. Es previsible que si la dueña del Panal pierde el control del Sindicato, algunos gobernadores intentarán sustituirla en los nuevos caciques del magisterio, siempre y cuando los dirigentes locales lo permitan.
La reforma educativa no establece los requisitos que deben reunir los secretarios de educación en los estados, por lo que seguirán siendo nombrados al capricho del gobernador en turno con la anuencia del sindicato si quiere evitar problemas con este gremio. La reforma no se adentra en un nuevo plan de estudios que garantice una educación útil y completa. No hay recursos para mejorar las instalaciones escolares y pagar actividades extraescolares; ni dinero para emprender una campaña que reduzca el rezago educativo. Las escuelas y universidades vomitan cada año a millones de estudiantes frustrados de todos los niveles que buscan colocarse en el subempleo o en trabajos mal remunerados. Las cifras del fracaso escolar hablan por sí solas: según datos oficiales, de cada 100 niños que inician su educación elemental, sólo 64 acaban la escuela primaria, 24 el bachillerato, 10 una licenciatura y apenas 2 o 3 concluyen un posgrado. El compromiso de déficit cero es una mentira pues para completar los gastos gubernamentales se tendrán que contratar nuevos y pesados préstamos por más de 401 mil millones de pesos. Trece veces el presupuesto de San Luis.
No pintan ni saben a nada las medidas de austeridad que Peña Nieto presume en su presupuesto de egresos, ni siquiera el ahorro de los 2 mil millones de pesos que representa el 5% de las remuneraciones que le rebajará a la alta burocracia, cuando la nómina del resto de los empleados federales tendrá un incremento de 40 mil millones de pesos que oculta en sus desplantes publicitarios. Si en lugar de esta reducción hubiera anunciado la desaparición de las 23 mil plazas de maestros comisionados en los sindicatos y partidos políticos que reciben una paga del Estado sin dar clases, podríamos –entonces- empezar a creer que su gobierno avanza en serio; o también si hubiera enviado a la Cámara de Diputados una iniciativa para cancelar la pensión vitalicio de que gozan los ex presidentes y reducir otros privilegios, como serían los 423 elementos de las fuerzas armadas que le permiten a Felipe Calderón y a su familia, ahora que dejó la presidencia, contar con un servicio de seguridad pública militar las 24 horas del día de los 365 días del año, y que él mismo estableció en la última semana de su mandato mediante una reforma ilegal que le hizo al reglamento del Estado Mayor Presidencial. El abuso y costo de estos beneficios es ofensivo. Sus guaruras son 4 veces más de los que cuidan a sus antecesores, por aquello de que el miedo no anda en burro y los fantasmas de sus victimas papalotean insistentemente sobre su cabeza.