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No cabe guardar silencio
Por JUAN ANTONIO GONZÁLEZ
Julio 24, 2012
“Y nadie se atrevía a romper el sonido del silencio. Tontos, les dije, no saben que el silencio crece como un cáncer”. Los míticos Simon & Garfunkel irrumpieron en la conciencia de la juventud norteamericana en la turbulenta década de los sesenta, para advertir del peligro de quedarse callados.
Julio 24, 2012
“Y nadie se atrevía a romper el sonido del silencio. Tontos, les dije, no saben que el silencio crece como un cáncer”. Los míticos Simon & Garfunkel irrumpieron en la conciencia de la juventud norteamericana en la turbulenta década de los sesenta, para advertir del peligro de quedarse callados.
Y nadie se atrevía a romper el sonido del silencio, se reclama al hacer referencia a los que conversan sin hablar y a los que oyen sin escuchar, son los que prefieren los pozos del silencio.
En México ocurre lo que relata esa clásica de la música contemporánea. En San Luis Potosí no somos excepción.
Conservadora de origen, la sociedad potosina suele ser cómplice de lo que le ocurre al callarse de excesos y arbitrariedades. Recordé The Sound of Silence porque al ver lo que pasa, uno se encuentra con esa inexplicable actitud a una especie de silencio voluntario y casi, se diría predestinado.
El domingo volvieron a salir a las calles los del movimiento #Soy 132 y los del Movimiento Anti Peña Nieto. Apenas unas decenas, mientras que en otras ciudades del país se contaron por miles.
Días antes, los potosinos habían acordado ir a protestar ante los domicilios de periódicos y televisoras y el resultado de la convocatoria resultó fatal.
El ingenio con el que se alimentan los miles de jóvenes y ciudadanos que están en contra del retorno del Partido Revolucionario Institucional, no se ha convertido en multitud contestataria en San Luis Potosí.
Conozco a muchos que creen firmemente que el PRI compró el voto para ganar la presidencia de la república, pero esa creencia se reduce a eso y prefieren el silencio a la acción.
Algo nos ocurre en San Luis Potosí que nos mantiene atados a temores atávicos y dejamos escapar la oportunidad de decir públicamente lo que pensamos.
Si nos aumentan los impuestos, si privatizan los servicios municipales, si mantienen la tenencia, si contratan deuda pública, si no se respeta la ley, si impera la opacidad y no la transparencia, si se desvían los recursos públicos, si hay excesos de la policía, si se violan los derechos humanos, al final preferimos el silencio.
Si los vecinos de la calle cambiaron su residencia a otro municipio para así poder vender el voto a cambio de dinero, despensas o materiales de construcción, si el PRI compró votos con tarjetas electrónicas, si funcionarios estatales y municipales solicitaron “licencia sin goce de sueldo” para sumarse a la campaña de Peña Nieto, si el voto se compraba a 250 o 500 pesos, al final guardamos silencio.
Entonces, confortablemente sentados en nuestro pozo de silencio, dejamos que otros, aunque sean unos cuantos, alcen la voz que nosotros callamos.
No es un problema solo de los ciudadanos, sino también de los partidos políticos que, al actuar a su conveniencia de coyuntura, se callan. De los 364 juicios promovidos ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en contra de la elección presidencial, solamente siete son de San Luis Potosí.
O fue una elección libre de pecado o a los partidos derrotados no les importó perder.
En San Luis Potosí, Enrique Peña superó en quince por ciento de los votos a Andrés Manuel López Obrador, lo que representa unos 200 mil sufragios menos.
Tal vez eso explique las precarias movilizaciones en contra de quien dijo Carlos Fuentes, no merecía gobernar a México dada su ignorancia.
Quién sabe qué le hará falta a los potosinos y más aún, a los de las izquierdas, que no acaban de reventar el silencio para abrir paso a una acción más nutrida y consistente.
En el Distrito Federal, al término de la movilización de los jóvenes y Anti Peñistas, el periodista y escritor Paco Ignacio Taibo advirtió; “de aquí a septiembre vamos a ser su pinche pesadilla”.
Aquí, por el contrario, a ver como se le hace pero hay que llevar más gente a la protesta, como si de eso se tratase.
“El que ve un fraude y calla es cómplice”, se leía en una de las pancartas y “Peña, chulada, te vas a la chingada”, decía otra según una crónica en la prensa nacional.
A diferencia de otros lugares, en San Luis la movilización es menor, lo cual no deja de remitirnos a otros momentos en los que la mayoría no dice ni hace nada. Si llega una empresa minera a destruir el patrimonio cultural e histórico, si llega una empresa a construir un confinamiento de desechos industriales, pues que lo hagan.
Si los periódicos y los medios electrónicos tienen a sus candidatos a los que aplauden mientras que a los otros los apalean, pues que lo hagan, si todas las encuestas fallan y luego se disculpan, pues que lo hagan. Eso es posible porque se guarda silencio, un silencio cómplice.
Si unos policías matan a otro policía, si las ejecuciones siguen imparables, si no se ejercen al cien por ciento los recursos para el combate a la delincuencia, que se guarde silencio, pues luego José Luis Urban dirá que son unos “hocicones”.
En septiembre se sabrá si se valida el regreso del PRI a los pinos, pero hay que pensar en que hay muchas cosas en las que ya no cabe guardar silencio.
En México ocurre lo que relata esa clásica de la música contemporánea. En San Luis Potosí no somos excepción.
Conservadora de origen, la sociedad potosina suele ser cómplice de lo que le ocurre al callarse de excesos y arbitrariedades. Recordé The Sound of Silence porque al ver lo que pasa, uno se encuentra con esa inexplicable actitud a una especie de silencio voluntario y casi, se diría predestinado.
El domingo volvieron a salir a las calles los del movimiento #Soy 132 y los del Movimiento Anti Peña Nieto. Apenas unas decenas, mientras que en otras ciudades del país se contaron por miles.
Días antes, los potosinos habían acordado ir a protestar ante los domicilios de periódicos y televisoras y el resultado de la convocatoria resultó fatal.
El ingenio con el que se alimentan los miles de jóvenes y ciudadanos que están en contra del retorno del Partido Revolucionario Institucional, no se ha convertido en multitud contestataria en San Luis Potosí.
Conozco a muchos que creen firmemente que el PRI compró el voto para ganar la presidencia de la república, pero esa creencia se reduce a eso y prefieren el silencio a la acción.
Algo nos ocurre en San Luis Potosí que nos mantiene atados a temores atávicos y dejamos escapar la oportunidad de decir públicamente lo que pensamos.
Si nos aumentan los impuestos, si privatizan los servicios municipales, si mantienen la tenencia, si contratan deuda pública, si no se respeta la ley, si impera la opacidad y no la transparencia, si se desvían los recursos públicos, si hay excesos de la policía, si se violan los derechos humanos, al final preferimos el silencio.
Si los vecinos de la calle cambiaron su residencia a otro municipio para así poder vender el voto a cambio de dinero, despensas o materiales de construcción, si el PRI compró votos con tarjetas electrónicas, si funcionarios estatales y municipales solicitaron “licencia sin goce de sueldo” para sumarse a la campaña de Peña Nieto, si el voto se compraba a 250 o 500 pesos, al final guardamos silencio.
Entonces, confortablemente sentados en nuestro pozo de silencio, dejamos que otros, aunque sean unos cuantos, alcen la voz que nosotros callamos.
No es un problema solo de los ciudadanos, sino también de los partidos políticos que, al actuar a su conveniencia de coyuntura, se callan. De los 364 juicios promovidos ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en contra de la elección presidencial, solamente siete son de San Luis Potosí.
O fue una elección libre de pecado o a los partidos derrotados no les importó perder.
En San Luis Potosí, Enrique Peña superó en quince por ciento de los votos a Andrés Manuel López Obrador, lo que representa unos 200 mil sufragios menos.
Tal vez eso explique las precarias movilizaciones en contra de quien dijo Carlos Fuentes, no merecía gobernar a México dada su ignorancia.
Quién sabe qué le hará falta a los potosinos y más aún, a los de las izquierdas, que no acaban de reventar el silencio para abrir paso a una acción más nutrida y consistente.
En el Distrito Federal, al término de la movilización de los jóvenes y Anti Peñistas, el periodista y escritor Paco Ignacio Taibo advirtió; “de aquí a septiembre vamos a ser su pinche pesadilla”.
Aquí, por el contrario, a ver como se le hace pero hay que llevar más gente a la protesta, como si de eso se tratase.
“El que ve un fraude y calla es cómplice”, se leía en una de las pancartas y “Peña, chulada, te vas a la chingada”, decía otra según una crónica en la prensa nacional.
A diferencia de otros lugares, en San Luis la movilización es menor, lo cual no deja de remitirnos a otros momentos en los que la mayoría no dice ni hace nada. Si llega una empresa minera a destruir el patrimonio cultural e histórico, si llega una empresa a construir un confinamiento de desechos industriales, pues que lo hagan.
Si los periódicos y los medios electrónicos tienen a sus candidatos a los que aplauden mientras que a los otros los apalean, pues que lo hagan, si todas las encuestas fallan y luego se disculpan, pues que lo hagan. Eso es posible porque se guarda silencio, un silencio cómplice.
Si unos policías matan a otro policía, si las ejecuciones siguen imparables, si no se ejercen al cien por ciento los recursos para el combate a la delincuencia, que se guarde silencio, pues luego José Luis Urban dirá que son unos “hocicones”.
En septiembre se sabrá si se valida el regreso del PRI a los pinos, pero hay que pensar en que hay muchas cosas en las que ya no cabe guardar silencio.