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Transparencia, una carrera de obstáculos
Por SAMUEL BONILLA NÚÑEZ
Coordinador de Información y Sociedad, Iniciativa Ciudadana.
[email protected]
Junio 3, 2011.
Aquél no era un público cualquiera. Eran activistas sociales, la mayoría con muchos años en diversas trincheras de luchas cívicas. Cuando uno de los presentes comentó sobre la plática que acababan de escuchar respecto al derecho de acceso a la información pública el resto asintió con la cabeza.
“¿Cómo saber si esto de la transparencia no es una estrategia más del gobierno para mantenernos distraídos con migajas o paja de información? Esto de la transparencia no funciona, de lo contrario ahorita ya sabríamos cuánto ha invertido el gobierno en proyectos sobre los que no quiere informar”, dijo el más veterano de los activistas.
Y de ahí para abajo. La desconfianza en el gobierno –visto como un ente informe, corrupto y corruptor, que abarca todos los espacios públicos– es de tal magnitud que impide de plano creer en las “supuestas” bondades de las leyes que él mismo produce, en este caso las de transparencia. Desde esta posición es casi impensable ejercer el derecho de acceso a la información pública.
Otro gran obstáculo en este camino hacia la transparencia es la indiferencia respecto a los asuntos públicos. Personas que no sólo ignoran la composición y funciones de los órganos públicos sino que no les interesa saberlo, mucho menos inmiscuirse en qué hace el gobierno y para qué. Sus intereses aparentemente no incluyen nada que tenga que ver con instancias públicas del gobierno. Para ellos el derecho de acceso a la información pública es algo innecesario.
Sí hay, en cambio, quienes quisieran saber ciertas cosas sobre el gobierno. Muestran interés en asuntos que ven en los medios de comunicación, pero tienen temor a posibles represalias del gobierno si se atreven a solicitarle información.
Entre 2005 y 2007 el IFAI impulsó el programa “Comunidades” para promover el uso del derecho de acceso a la información en grupos sociales marginados. Una evaluación externa a ese programa mostró que el 40 por ciento de las personas que participaron en él tenía miedo de sufrir una represalia de parte de la autoridad por solicitar información.
Por otra parte, tanto ha desplegado el IFAI las enormes ventajas que tiene el sistema de solicitudes de información por Internet, Infomex, que prácticamente han quedado en el olvido las docenas de millones de mexicanos que no tienen acceso a Internet ni a una computadora, y que si acaso tuvieran ese acceso carecen de las competencias para poder aprovecharlos.
¿Quién y cómo está atendiendo a ese sector que, por cierto, conforma la mayoría de la población mexicana? ¿Qué programas están desarrollando los órganos garantes de la transparencia para que este derecho pueda ser ejercido por cualquier persona, sin importar su posición socioeconómica?
Los usuarios de Internet en México representan la tercera parte de la población, pero de un pequeñísimo grupo de personas de ese sector minoritario con acceso a Internet se genera el 96.4 por ciento de las solicitudes de información a la administración pública federal. Es decir, la brecha en las oportunidades acceso a la información pública se ha acentuado con los sistemas de solicitudes de información que operan con Internet.
Qué paradoja, el principal medio para ejercer un derecho concebido para igualar oportunidades sociales está contribuyendo a lo contrario.
Estamos entonces ante otro gran obstáculo para el ejercicio del derecho de acceso a la información pública, la carencia de recursos tecnológicos y las competencias necesarias para poder ejercerlo con facilidad, economía e incluso en el anonimato.
¿Qué representa, por ejemplo, para los millones de mexicanos que carecen de acceso Internet, el cúmulo de información pública que de oficio que deben difundir miles de instituciones públicas en Internet? Algo muy cercano a nada. ¿Qué se está haciendo al respecto?
Un obstáculo más para poder ejercer el derecho de acceso a la información pública es la ignorancia. Pero no sólo la ignorancia sobre la existencia de este derecho, sino el desconocimiento de los procedimientos específicos para poder ejercerlo y disputarlo a través de sus medios de defensa.
La socialización de este derecho tiene varios niveles, y el de la formación y acompañamiento de usuarios del acceso a la información pública es uno de los más profundos y desatendidos en el país.
La divulgación de este derecho está muy distante de la enseñanza de su ejercicio y defensa, y de conectar en los hechos las necesidades sociales de personas de carne hueso con aplicaciones específicas y útiles de las leyes de transparencia.
Esperar que los gobernados ejerzan el derecho de acceso a la información pública a partir de su sola divulgación dista mucho de un escenario realista y responsable.
Que quede claro, la divulgación de este derecho es plausible y necesaria. Pero con ella sólo estaríamos preparando el terreno para la siembra, lo cual no es poca cosa; pero este terreno hay que sembrarlo con solicitudes para cosechar información, insumo sobre el que también hay que orientar al gobernado para que su empleo le produzca beneficios concretos.
Son éstos algunos de los obstáculos para ejercer un derecho que en teoría es de todos, pero en los hechos sólo es de algunos.
¿Cómo articular estrategias incluyentes para construir caminos que salven los obstáculos aquí descritos? ¿Cómo sumar esfuerzos desde la academia, órganos garantes de la transparencia, sujetos obligados y sociedad civil para expandir el aprovechamiento de este derecho en nuestro país, principalmente a favor de los más necesitados? Tenemos todo para hacerlo. Lo primero es visualizar este reto en nuestras agendas; lo segundo, un poco de voluntad. ¿Estaríamos aquí ante otro obstáculo más para avanzar en el camino hacia la transparencia?
Coordinador de Información y Sociedad, Iniciativa Ciudadana.
[email protected]
Junio 3, 2011.
Aquél no era un público cualquiera. Eran activistas sociales, la mayoría con muchos años en diversas trincheras de luchas cívicas. Cuando uno de los presentes comentó sobre la plática que acababan de escuchar respecto al derecho de acceso a la información pública el resto asintió con la cabeza.
“¿Cómo saber si esto de la transparencia no es una estrategia más del gobierno para mantenernos distraídos con migajas o paja de información? Esto de la transparencia no funciona, de lo contrario ahorita ya sabríamos cuánto ha invertido el gobierno en proyectos sobre los que no quiere informar”, dijo el más veterano de los activistas.
Y de ahí para abajo. La desconfianza en el gobierno –visto como un ente informe, corrupto y corruptor, que abarca todos los espacios públicos– es de tal magnitud que impide de plano creer en las “supuestas” bondades de las leyes que él mismo produce, en este caso las de transparencia. Desde esta posición es casi impensable ejercer el derecho de acceso a la información pública.
Otro gran obstáculo en este camino hacia la transparencia es la indiferencia respecto a los asuntos públicos. Personas que no sólo ignoran la composición y funciones de los órganos públicos sino que no les interesa saberlo, mucho menos inmiscuirse en qué hace el gobierno y para qué. Sus intereses aparentemente no incluyen nada que tenga que ver con instancias públicas del gobierno. Para ellos el derecho de acceso a la información pública es algo innecesario.
Sí hay, en cambio, quienes quisieran saber ciertas cosas sobre el gobierno. Muestran interés en asuntos que ven en los medios de comunicación, pero tienen temor a posibles represalias del gobierno si se atreven a solicitarle información.
Entre 2005 y 2007 el IFAI impulsó el programa “Comunidades” para promover el uso del derecho de acceso a la información en grupos sociales marginados. Una evaluación externa a ese programa mostró que el 40 por ciento de las personas que participaron en él tenía miedo de sufrir una represalia de parte de la autoridad por solicitar información.
Por otra parte, tanto ha desplegado el IFAI las enormes ventajas que tiene el sistema de solicitudes de información por Internet, Infomex, que prácticamente han quedado en el olvido las docenas de millones de mexicanos que no tienen acceso a Internet ni a una computadora, y que si acaso tuvieran ese acceso carecen de las competencias para poder aprovecharlos.
¿Quién y cómo está atendiendo a ese sector que, por cierto, conforma la mayoría de la población mexicana? ¿Qué programas están desarrollando los órganos garantes de la transparencia para que este derecho pueda ser ejercido por cualquier persona, sin importar su posición socioeconómica?
Los usuarios de Internet en México representan la tercera parte de la población, pero de un pequeñísimo grupo de personas de ese sector minoritario con acceso a Internet se genera el 96.4 por ciento de las solicitudes de información a la administración pública federal. Es decir, la brecha en las oportunidades acceso a la información pública se ha acentuado con los sistemas de solicitudes de información que operan con Internet.
Qué paradoja, el principal medio para ejercer un derecho concebido para igualar oportunidades sociales está contribuyendo a lo contrario.
Estamos entonces ante otro gran obstáculo para el ejercicio del derecho de acceso a la información pública, la carencia de recursos tecnológicos y las competencias necesarias para poder ejercerlo con facilidad, economía e incluso en el anonimato.
¿Qué representa, por ejemplo, para los millones de mexicanos que carecen de acceso Internet, el cúmulo de información pública que de oficio que deben difundir miles de instituciones públicas en Internet? Algo muy cercano a nada. ¿Qué se está haciendo al respecto?
Un obstáculo más para poder ejercer el derecho de acceso a la información pública es la ignorancia. Pero no sólo la ignorancia sobre la existencia de este derecho, sino el desconocimiento de los procedimientos específicos para poder ejercerlo y disputarlo a través de sus medios de defensa.
La socialización de este derecho tiene varios niveles, y el de la formación y acompañamiento de usuarios del acceso a la información pública es uno de los más profundos y desatendidos en el país.
La divulgación de este derecho está muy distante de la enseñanza de su ejercicio y defensa, y de conectar en los hechos las necesidades sociales de personas de carne hueso con aplicaciones específicas y útiles de las leyes de transparencia.
Esperar que los gobernados ejerzan el derecho de acceso a la información pública a partir de su sola divulgación dista mucho de un escenario realista y responsable.
Que quede claro, la divulgación de este derecho es plausible y necesaria. Pero con ella sólo estaríamos preparando el terreno para la siembra, lo cual no es poca cosa; pero este terreno hay que sembrarlo con solicitudes para cosechar información, insumo sobre el que también hay que orientar al gobernado para que su empleo le produzca beneficios concretos.
Son éstos algunos de los obstáculos para ejercer un derecho que en teoría es de todos, pero en los hechos sólo es de algunos.
¿Cómo articular estrategias incluyentes para construir caminos que salven los obstáculos aquí descritos? ¿Cómo sumar esfuerzos desde la academia, órganos garantes de la transparencia, sujetos obligados y sociedad civil para expandir el aprovechamiento de este derecho en nuestro país, principalmente a favor de los más necesitados? Tenemos todo para hacerlo. Lo primero es visualizar este reto en nuestras agendas; lo segundo, un poco de voluntad. ¿Estaríamos aquí ante otro obstáculo más para avanzar en el camino hacia la transparencia?
SUS COMENTARIOS
NOMBRE
xavier perez
CORREO ELECTRÓNICO
[email protected]
COMENTARIOS
Excelente comentario, no niego ninguna palabra de lo que acabo de leer, tenemos algunos entes garantes que deben cumplir con su propósito, esperemos y lo hagan, por cierto, me encantaría poder asistir a cursos, diplomados o talleres de acceso a la información publica, si se pudiera me encantaría que me enviara información de donde y cuando se realizan, gracias.
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Excelente comentario, no niego ninguna palabra de lo que acabo de leer, tenemos algunos entes garantes que deben cumplir con su propósito, esperemos y lo hagan, por cierto, me encantaría poder asistir a cursos, diplomados o talleres de acceso a la información publica, si se pudiera me encantaría que me enviara información de donde y cuando se realizan, gracias.